sábado, 26 de diciembre de 2009

“VOLUNTAD Y RESPONSABILIDAD EN HANNAH ARENDT”


Según la pensadora Hannah Arendt, los filósofos no investigan la naturaleza humana sino experiencias humanas. Su investigación consiste en identificar tanto capacidades humanas básicas como rasgos fundamentales del mundo.
Así se dice en una referencia a pie de página del libro presentado en el aula de cultura “Las Claras” (fundación Cajamurcia), el pasado 15 de diciembre. Su autor es Ángel Prior Olmos, catedrático de Filosofía en la Universidad de Murcia, con el título “Voluntad y responsabilidad en Hannah Arendt”, (editado por Biblioteca Nueva, Madrid, 2009).
Dicha así la noticia, con esta formalidad, pudiera hacer replegarse a algunos lectores, y que se sientan ajenos a lo que, desde el título, pueda ofrecerles este volumen.
También, si avisamos de que se trata de volver a recorrer y analizar los orígenes y consecuencias de los gravísimos hechos acaecidos en años centrales del siglo XX -1933/1945- en la Europa civilizada, por los que el mundo se estremeció con los horrores del holocausto y de una guerra mundial; donde hubo significativas y cruciales acciones, inhibiciones e ignorancias más o menos voluntarias, y emergieron diferentes y contradictorias actitudes éticas ante la humillación y muerte de millones de seres humanos por agentes del poder nazi y sus cómplices, puede ser que no se desee recorrer ese itinerario tan estremecedor.
Pero está ahí, con sus consecuencias éticas. Ignorarlo es desconocerlo y, dejándolo a la intemperie del paso del tiempo, puede conducir a considerar que es algo ajeno a las personas del siglo XXI, para quienes todo ello queda difuso en la lejanía del pasado. Se ha dicho y escrito muchas veces que olvidar la historia es una condena a repetirla.
Es cierto que no estamos ante un libro destinado al gran público. Es un texto para la observación, el análisis y el debate abierto entre personas y profesionales en la ponderación de hechos y actitudes y de sus planteamientos éticos.
Más que de divulgación, este libro contiene itinerarios sobre los que investigar desde la perspectiva que da el paso del tiempo, aportaciones por las que volver a pensar en los hechos, en cómo fue posible tal barbarie y, más aún, cómo, ante la novedad de la acciones de extrema violencia organizada contra las personas –es la primera vez que ocurre en la Historia de la humanidad-, cómo los intelectuales adoptaron posturas diversas, enfrentadas y casi irreconciliables.
Sobre los hechos del período de referencia y de los juicios posteriores, reflexionó la pensadora Hannah Arendt, testigo atento de todo ello, poniendo al descubierto el eclipse de la conciencia ante el mal (banalidad del mal) y no sólo por los ejecutores directos, -convencidos de que no tuvieron culpa, ya que ejecutaban órdenes- y, por tanto, hasta considerar la ausencia de responsabilidad tanto en los autores como en el pueblo alemán, ante la magnitud del exterminio de seres humanos. Y que puso en cuestión, además del significado de la convivencia y la práctica de la Ética, el sentido del pensamiento, el por qué y para qué de la filosofía, de la política, del derecho, de la cultura y del arte.
Esto dio origen a debates y controversias que aún perduran y que se hace conveniente abordar, opinar fundamentadamente.
Es lo que hace el autor del libro, Ángel Prior.
En el acto de presentación intervino, en primer lugar, Cristina Sánchez Muñoz, (profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y experta en Hannah Arendt), quien recorrió los aspectos nuevos que aporta y supone la obra La vida del espíritu, (de H, Arendt), considerada por algunos especialistas como confusa e inconclusa, así como la comprensión de los problemas políticos en la construcción de una estructura de pensamiento y acción. También a la reivindicación de la acción política que, para Arendt, nos hace verdaderamente humanos. La profesora Sánchez Muñoz continuó su recorrido y señalamiento de otros temas de Hannah Arendt: el desarraigo, el aislamiento, la responsabilidad y el Mal. Sobre esto último relacionó las obras de la pensadora alemana Eichman o la banalidad del mal y La vida del espíritu, y sus escritos en torno a la
responsabilidad y al juicio.
Sobre la obra que se presenta, Cristina Sánchez señala que A. Prior muestra a una H. Arendt que ha vivido el ocaso del totalitarismo, ya es una situación postotalitaria, en donde puede preguntarse por los efectos políticos del pensar: “¿Qué hacemos cuando no pensamos?”

A continuación, intervino el catedrático de la Universidad Complutense, José Luis Villacañas, quien señaló que el libro de Ángel Prior tiene la virtud de aparecer de una manera libre preocupándose por el presente y sus raíces; y que eso es lo que debe hacer todo libro de Filosofía. Apunta la importancia del capítulo II y su exploración sobre M. Heidegger. Y que el libro que aquí comparece contiene importante materia y vigoroso contenido: el concepto del nuevo delito, la consideración sobre la banalidad del mal y lo que es determinante: ¿cómo vive el mal una sociedad banal? El profesor Villacañas destacó, además de los conceptos del pensar y de la voluntad, la importancia y el acierto de las notas a pie de página en el libro, desplegando un intenso ejercicio intelectual de exposición y relación de los ejes fundamentales del libro de Prior con el pensamiento y los pensadores que concurren (S. Agustín, Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Max Weber,…).

Concluyó el acto con las palabras del autor, Ángel Prior, para quien su libro es un diálogo fascinante con Hannah Arendt, de quien cabía esperar su investigación sobre el juicio y, tras el final de la Metafísica, ¿cómo reconstruir la Filosofía? Señaló también las dificultades de la obra de Arendt en general. En el libro, el autor señala, por una parte, el impacto que causó a Arendt la figura de Eichman, y que se traduce en la expresión ‘banalidad del mal’; y, por otra, las dudas sobre la naturaleza pasiva de la forma de vida contemplativa.
Destacó la importancia de la relación entre moralidad y política, que constituye uno de los temas decisivos de la obra de la autora. Y en cuanto a las conexiones entre las obras Eichman en Jerusalén y La vida del espíritu cabe establecerlas en torno a la cuestión de la responsabilidad (responsabilidad jurídica de Eichman, así como la de todos aquellos que intervinieron en la máquina nazi de la muerte). También la responsabilidad moral de los Consejos Judíos o de los ciudadanos de los países de Europa, en la medida en que se doblegaron o resistieron ante la dominación hitleriana. La base del análisis radica en la idea de “poder no haber hecho lo que se hizo”, lo que remite a las ideas de contingencia y voluntad.
Para terminar con la noticia, saludamos con agrado la aparición de este libro pues, con obras y trabajos como el de referencia, se hace presente y persiste la necesidad ética de ir más allá de lo que vemos, afilar la mirada y traspasar los límites de las apariencias, a través del pensamiento y el diálogo.

domingo, 25 de octubre de 2009

EMPEÑOS EN OTOÑO: SUJETAR EL TIEMPO, HABLADURÍAS E INTENSOS COLORES QUE SE DESVANECERÁN.





Cuando está concluyendo octubre y el ambiente ya no es ardoroso como en el mes anterior, declina el ánimo en un recogimiento entre contemplativo y sensual. Adentrados en la estación de los matices de luz irisada, la experiencia del paso del tiempo invita a ser contada con la complejidad de las cosas sencillas. Para transitar por este tiempo, y ponerle la ilusión de la escritura, hace falta vivir sin la urgencia del verano y con la disposición de instantes para pensar en los demás y en uno mismo.

El ser humano mantiene su pulso contra el paso del tiempo, arraigado en el deseo de perdurar, para lo que constantemente proyecta un espejismo de control sobre el ritmo de los días: en primavera se pretende acelerar su marcha acortando el día; en otoño se desea transferir morosidad añadiendo al amanecer una hora, restándola de la luz de la tarde. Es la pasión de convertirse en Cronos, dios del tiempo, para creer que se posee el resorte por el que se someten las transiciones del sol en cada momento. El sueño del ser humano sigue vivo en una burbuja donde quedan suspendidos el tiempo y el espacio, sintiéndose protagonista de su propia historia.
Avanza el otoño y, tras el cambio horario, en la tarde penetra menos luz por la ventana. En el ánimo aparecen, se entrecruzan y se aprecian los más diversos claroscuros del presente, pero sin descuidar que el pensamiento debe seguir iluminado y vivo.

Y así, entre los celajes maduros de la estación, advertimos cómo emergen más claros algunos comportamientos esperpénticos de ‘personajes’ que coexisten en las cercanías de la cotidianeidad y de la actividad habitual. Dependen de la lengua suelta, -ya que no escriben, que es más arriesgado-, por la que inquietan difusamente con su prédica incontinente de moralina: con su ignorancia recubierta de sucedáneos del conocimiento (“esto es así, que yo lo sé” y “¡Me vas a decir tú a mí…!”) difunden temor que les provee, a la vez, de sensación de poder y de placer por sentirse temidos si no se les atiende y acepta en sus diatribas. No es fácil dibujarlos con trazo decidido y estilizado, ya que son cambiantes y sólo se consiguen imágenes desvaídas, porque tales figuras tienen poca consistencia humana: son personajes que ignoran su maldad y sólo se les puede ver como muñecos antropomórficos, más parlanchines que otra cosa, siempre construidos alrededor de sus palabras envenenadas, destinadas a sentirse mejores denostando a otros.
Ya que el mundo les resulta grande, se afanan en dominar lo próximo sembrando inquietudes falsarias. En la desestabilización de los otros se creen alcanzar la firmeza del terreno que pisan. Vierten palabras puntiagudas y con aristas dañosas, que saborean sin más criterio que su antojo o conveniencia menguada, hasta el punto de necesitar camuflar el verde color envidia que habita en sus cuerpos. Como las hojas caídas antes de tiempo. Aparecen como personajes salidos de ninguna página que se han quedado flotando, pendientes sólo de lo indeterminado en su conveniencia, haciendo ley de la casualidad. Que existan es inquietante, pues estorban el desarrollo de las cualidades y valores humanos, a los que parasitan a la vez que les inoculan su ponzoña: son inequívocas muestras de la torpeza humana cuando se ha perdido la cualidad de lo sensato.
Pero ahí las tenemos en su deformidad: ¿cuál es la forma de quienes miran por la espalda pero la boca está en la oreja de otros mientras abonan sin más criterio que su antojo, con el vicio verosímil del desprestigio, el crédito y la imagen de alguien? Desfiguradas imágenes resultantes, posiblemente, de la inclinación de la luz en otoño. Aunque cualquier luz les molesta, pues su razón de ser está en la oscura asechanza. A poco que pensemos, enseguida sabemos quiénes son y dónde están.

Volvamos a la energía del otoño, ya que por la ventana se advierte la silueta azulada de la ciudad que se diluye en las sombras que acortan la tarde. Se escuchan los rumores del viento y algún canto de pájaros. Delicadeza y disonancia se superponen, en una imprevisible melodía, en una apesadumbrada lámina que muestra pinceladas de dulzura a la vez que brochazos de burla y de vacío.
La aparente sencillez se siente en la lentitud contemplativa mientras el fondo musical de la radio la envuelve. Y aunque acabe la música, el otoño no cesa en su estruendo porque haya sobrevenido el silencio. Y nos ofrece los más bellos atardeceres del año; porque no existe espacio sin la presencia de la luz, aun cuando sabemos que en el interior de los humanos hay oscuridades a donde es poco probable que penetre el sol.
Seguimos relatando minuciosamente, cada día, el apego a la naturaleza, atrapados en la presencia del otoño, donde se contiene el tiempo y el conflicto esencial del ser y el existir. De cada vida anónima se espera que cuente lo que pueda contar y que cada relato sirva para iluminar, no para ensombrecer.
En el paseo de regreso, se disfruta de la floresta huertana, que colorea los valles y se prepara para el invierno, mientras emite un suave calor que engaña al frío y lo aplaza, reflejándolo en la luz tamizada por la bruma fucsia de la tarde.
Es tiempo de otoño.

domingo, 4 de octubre de 2009

CARTAGENA: CIUDAD PARA LA INTELIGENCIA.



Casi tres milenios de historia mantienen viva y creciente a Cartagena, ciudad respetada siempre, a la vez que anhelada en la consideración de todos los imperios mediterráneos.

Con la dedicación que están desplegando sus centros de estudios históricos e investigación, se observa que Cartagena destila orgullo sediento al ver reconocidas su historia y su cultura, que no cesan. (Museos y monumentos, entre otros, dan buena cuenta de ello).

De visita, de gustoso paseo, fijando esta vez la mirada en los rostros y rastros de Roma, llevan a considerar que en esta ciudad, cada vez que se produce un descubrimiento histórico, se levanta un nuevo espacio cultural, se propician actividades para todos y se genera un nuevo espacio de libertad: Cartagena se hace grande.

El orden y el dirigismo de tiempos pasados permanece junto a las libertades y valores individuales en esa siempre difícil coexistencia: hay arraigados modos de poder de cada período de dominio, que perduran como controladas fuerzas y señas de identidad en el imaginario cartagenero.

La impresión, tras esta vista, surge de que el espacio cartagenero ha sido tablero de juego interminable, como lugar habitualmente apetecido históricamente por los expansionismos imperiales mediterráneos, desde que los fenicios mostraron sus posibilidades económicas y comerciales.

Pero para entender el hecho cartagenero en su legado no basta con estimar el potencial económico de la minería y la química, así como las extraordinarias condiciones estratégicas del puerto (militar y comercial) y de los intensivos cultivos de su campo.

Hay algo más. Tiene que haberlo. Puede sonar (ignorancia incluida de quien esto escribe) como algo intangible. Pero se evidencia a cada paso: la historia heredada y mantenida está impresa en sus ciudadanos, en sus calles, plazas y edificios, con desigual valor (lo que no es un defecto, claro está).

Hoy, de toda la densidad histórica, podríamos sólo apuntar tres capítulos claramente diferenciados. El primero sería la fundación por Asdrúbal, el sagaz hermano de Aníbal, que abrió esta tierra a los usos y costumbres avanzados de la época, incluidos los cultos religiosos, de entre los que se destaca la deidad Tanit, la diosa humana crisol de las comunes características de las mujeres mediterráneas. Crear conciliando, es el origen.

El segundo capítulo sobre el que se emplaza hoy la linterna de la atención es el de la herencia romana. ¿Qué percibió, qué vio el imperio romano en Cartagena para ocuparse tan intensamente de ella? Fijémonos en el detalle de que aquí se construye el segundo teatro romano en importancia de la península ibérica. Un conjunto arquitectónico de esta magnitud no se levanta sin pensar y prever sus posibilidades, sino en un lugar y tiempo donde hay demanda y ha de haber acogida y participación en las manifestaciones culturales que le serán propias. Visto el teatro, impresiona en su grandiosidad y se barruntan posibilidades admirables, como la de las representaciones y eventos singulares.

Son dos episodios distintivos: la dignidad cartaginesa y la integridad romana.

Y ahora, saltando con gran zancada en el tiempo, vamos al tercer señalamiento: la ciudad militarizada sobremanera, (“Ciudad Departamental”), como uso de sus posibilidades y, también, como ‘castigo’ controlado por ser el último bastión republicano y “rojo” en el sangriento y totalmente lamentable conflicto fratricida de 1936/39. Los hechos, y no las ideologías, debieron ser el principio rector de esta ciudadanía que resistió hasta el último día, haciendo valer, entre otros, el espíritu del indómito cantonal cartagenero.

Pasado el tiempo oscuro, en el siglo XXI se comprueba y agradece que el pragmatismo no ha de ser una dificultad: cartageneros, murcianos, españoles, europeos del norte y del sur, africanos y gente de allende el Atlántico han de contribuir en los derroteros por los que discurrirán las energías presentes y emergentes de Cartagena, ciudad taller abierta al nuevo milenio. Tras más de dos mil años de densa e importante historia, ¿A dónde va Cartagena? es uno de los ejercicios más apasionantes de este comienzo de siglo.Se responderá, indudablemente, con la actividad industrial y los cultivos agrícolas, con la actividad del puerto y de la Universidad, elementos en donde está implicado el tejido social। Y en la probabilidad de que, sin mostrar ceguera ni sordos oídos, la acción política haga avanzar a esta sociedad tan pluricultural con la habitualidad que recoge la historia: creación de confluencias, aún en el conflicto, cohesiones y motivos para vivir el presente y labrar el futuro mediante proyectos ambiciosamente posibles.

Cartagena es una ciudad indispensable con expectativas crecientes, para afrontar el siglo recién comenzado en el que ha de conjugar el desarrollo de lo histórico, lo socioeconómico y lo educativocultural, además de todos los submundos alternativos que tiene contenidos; desplegando la capacidad de mostrar y ofrecer una mantenida prosperidad, a la vez que manejando los obstáculos y problemas: medioambientales, de integración social, de ordenación urbana y del protagonismo de sus habitantes.

La inteligencia es de lo mejor que ha dado la Humanidad, como tesoro acumulado. El pasado, en cuanto pasado ¿interesa o es algo que tiende a la desaparición? Entender y seguir de cerca de Cartagena es un juego de inteligencia. Lo que exige una aplicada dedicación por la que se evite el estéril y repetido tópico de desacreditar épocas y hechos.
La energía del presente, que también tiene sus aportaciones desde la antigüedad clásica, no puede aparecer como algo efímero, sino como un continuo latido, jugando a entender su evolución. La sobrevivencia del Teatro Romano (¡qué maravilla de características arquitectónicas, escénicas y acústicas!), en su monumental grandeza emergiendo de la desidia, la ignorancia y el ocultamiento hasta ahora, traspasando el lado épico de las luchas, a la vez que posibilitando, desde lo diverso, será un referente de la construcción de la convivencia.

De la industria cultural cartagenera se espera que busque el favor, atraiga y mantenga a las jóvenes generaciones, para que entiendan sus raíces y el legado histórico, los gocen y los hagan suyos, ahuyentando riesgos de ignorancia y que la ordenada huella de Historia y Civilización ha de seguir alumbrando.

En Cartagena habla el pasado en la realidad del presente dinámico, en un complejo y fundamental proceso que apuesta por dejar al margen los olvidos y los desmanes, ya que éstos no tienen cabida en una ciudad próspera y estética.

Se ha inaugurado una nueva época que navega en tiempos convulsos, coincidiendo con la quiebra de lo viejo y lo antiguo. Y hay que saludar con alegría y esperanza de Cartagena, que tratará de corregir el desapego juvenil a la vez que estimulará la inteligencia hacia la cultura en más sentidos y manifestaciones que la tradicional. Lo que supone que será un modelo de acción donde convivan, en buscada armonía, la tradición y la vanguardia, lo popular y lo culto, la ruptura y el folklore.

Es tiempo de que, tras el paso del entusiasmo y el apasionamiento, se desplieguen las capacidades inteligentes para que los hechos históricos sean visibles y reflejen su luz, a la vez que estén vinculados a las vidas cotidianas, a través de miradas con sensibilidad visual de los espacios que conforman el gran tapiz de la Historia de Cartagena.


jueves, 17 de septiembre de 2009

LA AMISTAD QUE TE LLEVA Y EL FESTEJO DE TOROS

El martes pasado no pudo ser, y la tarde de toros del día de la Romería se quedó en deseo, pues los elementos meteorológicos desatados truncaron el esperado festejo. Pero, ¡…ah!, con la lámpara de la amistad siempre encendida está María José , compañera incansable en el trabajo y, además, amiga: ha visto la oportunidad y, de urgencia casi, nos ha convocado a la fiesta en la tarde del jueves. María José es que ejerce, además de amiga, de madre protectora, –también es abuela, no te vayas a creer que no ejerce-, que ella, si tiene oportunidad, te ofrece y te pone en suerte la posibilidad de una tarde de toros en el palco, a la sombra y bien atendido, con merienda en el intermedio.
Estimo que ya, con este detalle intenso de acordarse de los demás y de invitarles vivamente ya tiene gran valor la tarde de septiembre. Si, además, el festejo fuera memorable, entonces, ya… ¡…para qué más! La compañera laboral y amiga sin duda nos ha traído al coso condominero, y nos ha obsequiado.
Aquí podría terminar la crónica con toda dignidad y agrado
.
Pero, bueno, ya que estamos, hablemos del festejo. Los espectáculos taurinos tienen sus defensores y detractores. En esta pugna, sin querer ser equilibrado ni nada que lo apunte, creo que am
bos tienen razón.
Se podría resumir en que el diestro Alejando Talavante ha sido quien ha salvado la tarde। Porque lo de Morante de la Puebla, patilludo y entrado en carnes, ha sido a
lgo de eso de “mantente mientras cobro”: toros sin trapío y matador sin voluntad। Y lo de Daniel Luque, eso sí, mucha voluntad pero toros sin empuje. Es decir: que de seis toros que se vieron en la arena, sólo el segundo ofreció espectáculo, faenado por Talavante y del que obtuvo dos orejas y vuelta al ruedo. Lo demás, salvo el ánimo puesto por Luque, mejor para ignorar y, consecuentemente, para olvidar.
A quien no olvidamos es a los compañeros/as y amigos/as que, por diversas razones y obligaciones, no pudieron venir a compartir con nosotros los colores de la tarde taurina en el palco, la merienda y la conversación desenfadada, como si fuéramos “entendidos sabidillos” del arte de Cúchares: no sabemos mucho, es cierto, pero parece como si nos hubiéramos estudiado y aprendido el Cossío. Y nos reímos, entre la ironía y la ternura, por lo que pasa en la arena o al margen de ello.
Pero lo que yo destaco, subrayándolo, es el momento de la magia de la amistosa cercanía: la fiesta taurina es una excusa para estar juntos de otra manera. María José, como amiga y como anfitriona, nos ha llevado a esta aventura de color, aplausos, silbidos, música, valor, sangre y pañuelos. Y quede constancia del reconocido agradecimiento. Una persona es tanto lo que es como lo que decide ser. Y María José ha resuelto ser con entusiasmo, con algo de euforia, con libertad en la amistad, que podemos pasar una buena tarde de septiembre. La amistad en compañía tiene el sabor de las cosas que comemos con agrado: estamos hechos de lo mismo. Y a mí me gustan las celebraciones y el regocijo.

viernes, 11 de septiembre de 2009

“TRASNOCHANDO”,… con SØREN PEÑALVER

¿Merece la pena adentrarse en la madrugada de septiembre? Seguro que sí, ya que se trata de asistir y vivir a las veladas literarias que Søren Peñalver ha organizado en el Museo de la Ciudad, lugar de encuentro y referencia: una cita de tres noches a la que acuden escritores y escritoras, creadores pictóricos, músicos,… artistas de la más variada sensibilidad, donde el diálogo de las palabras bellas se funde con la música y las vibraciones emocionales.
Envueltos en la noche, al aire libre con olores de jazmín y galanes de noche, Søren Peñalver sabe conferir un tono intimista y fuertemente amistoso entre los presentes, sean amigos, sólo conocidos o simplemente interesados asistentes. Soren acaricia con su verbo a hombres o mujeres, a quienes pide que vengan al atril a hablar, a decir las propias palabras o la de otros; y también lamenta y justifica la ausencia de quien no pudo venir a la llamada de “Trasnochando”, que en la presente edición se centra en “El mar y las ciudades”.
Sólo he asistido a la última noche y clausura.
Y puedo decir que los asistentes, en la ya fresca noche de septiembre, han vibrado oyendo recitar por una invitada en portugués brasileiro el amor vivido en la playa durante la noche, donde queda la mujer mientras el amante se interna en el mar; en catalán; en griego, por el propio Søren, un poema del griego Odiseus Elytis. Ambos poemas los derrama al castellano la escritora Fuensanta Muñoz Clares con viva emoción que se trae desde el mar Egeo y la irradia en este ambiente atento y cómplice, en el que nos dice que poesía y música nacieron juntas. (Recupérate pronto de tu lesión en el brazo, que se esperan tus escritos).
Variadas palabras y lecturas.
Destacaré las del final y clausura, declamadas en tono intimista por el grupo musical que cierra la madrugada. Palabras arrancadas del texto “Tosigo ardento”, (
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12715085351381524198846/210306_0014.pdf), del poeta cartagenero José María Álvarez, presente en este encuentro del mar y lo urbano, a quien Francisco Javier Díez de Revenga lo tiene definido como «Poeta militante de universalidad». El escritor Santiago Delgado dejó escrito un comentario, a raíz de la publicación del libro de Álvarez, en torno a este Monólogo sobre el tiempo, la poesía y la muerte.
Un texto largo, que no se hizo cansado, y que llenó el aire y los oídos de la noche en extensión e intensidad con las palabras de José María Álvarez, (
http://amediavoz.com/alvarezJM.htm).
Es para verlo y escucharlo, porque esta reseña no hace justicia a la tensión, intimismo y placer del momento.
Enhorabuena a Søren Peñalver por convocar a estos encuentros y por la respuesta obtenida.

jueves, 30 de julio de 2009

EL TIEMPO DE MÁS VACACIONES



Trabajo y rutina funcionan como sinónimos inconscientes. Este binomio parece desvanecerse en verano, cuando no hay programas establecidos. Cada jornada, una página en blanco. Sin embargo, considero que este periodo de descanso se ha idealizado en sus expectativas, hasta llegar a pensar que será lo mejor que nos pasará en el año.
Ahora, hay quien dice que siente también los signos del agobio y del hastío antes de iniciar su descanso estival, partiendo de la sensación de que “no llega”, pero no para de pensar en todo lo que hay que preparar: compras de última hora, maletas, qué hacer con las plantas,… No se trata de un «síndrome» como tal, -prevacacional-, (parece que, aún, no es un problema serio), pero existe. La gente lo empieza a mencionar como algo habitual que le pasa antes de un viaje. Parece ser que afecta sobre todo a personas con unos perfiles de activación altos y muy exigentes consigo mismas.
Con tantas decisiones que tomar todo esto puede resultar agotador, aunque se parte de que los preparativos han de ser divertidos.

Este verano está siendo especialmente caluroso. Mucho. Con quienes tengo algún contacto y están “de vacaciones”, han viajado, lo van a hacer o están en eso que se llama ‘segunda residencia’ en alguna playa o en un lugar más o menos lejano en la montaña. Para viajar, lo han hecho a través de agencia o por internet hacia un destino escogido al precio más razonable.
Dicen que, con la crisis, se aconseja distancias cortas. Pero hay quienes imitan el espíritu aventurero y se disponen a la conquista de lo desconocido, para almacenar en su retina nuevas maravillas, que después mostrarán sonrientes en la quietud de las fotos y las tomas de videocámara. En la maleta han puesto sólo lo imprescindible, porque en todas partes hay tiendas, sin el último libro que se pretende leer.
Visitarán monumentos, exposiciones y museos, y también la casa natal de algún célebre escritor o personaje de cierto relieve. Ya de vuelta contarán sus hazañas, alegando que los días se han hecho muy cortos. Habrá pasado el verano, otro verano.
Con el añadido de nos advierten (?) los psicólogos: desmotivación, tristeza, ansiedad, irritabilidad o los cambios de humor son algunas de las manifestaciones más frecuentes del síndrome postvacacional.
Ya se ve: podemos ser, a la vez, felices e infortunados, (la proporción de gente feliz debe de haber disminuido; la felicidad, ya se sabe, no se puede retener).
Volverá la espléndida realidad los días a la vuelta del cansado descanso y la perspectiva del trabajo, aunque ahora aparezca como una rutina o un ‘castigo’ Y se producirá el encuentro con quienes son las referencias vitales.
Mientras tanto: « ¡Buen verano a todos!».

lunes, 27 de julio de 2009

CREADORES MURCIANOS (“CONTINUUM AFECTIVO”): ARTE EN LOS OBJETOS. EXPOSICIÓN Y GRANIZADOS.











Tras realizar la visita a los objetos de diseño de estos dos artistas (Francisco Alcázar y Antonio García) que, tanto por las sugerentes de las piezas aquí expuestas como por la desaparición y ya permanente ausencia de uno de ellos, -Paco-, se hace conveniente observar e indagar en las sustancias y argumentos que son historia en su producción: es una llamada a tratar de impregnarse y entender lo que este colectivo nos ofrece sobre la fusión de lo útil y lo artístico: diseño y arte.
El planteamiento de esta exposición invita a convivir con lo expuesto, y no deja indiferente ninguna de las obras, apoyadas en el juego de luces que

simula la exploración de una cripta donde se indaga y se encuentra: silencio, luz, penumbra, colores… se conjugan en una belleza que impregna el ESPACIO AV, la casa de la exposición. Un oasis de ideas para la contemplación artística y la reflexión humana.
La retrospectiva de estos artistas entrelaza el carácter del momento histórico en que fueron realizadas estas construcciones con un clima de inquietud y desafío al mundo, con sus sonidos y ruidos contenidos, obras que parecen estar impregnadas de silencio que habla de momentos pasados, y de la reclusión por quienes son sus propietarios, pero que ahora transmiten un sentimiento de inquietud espiritual, para que el periplo por esta exposición no sea acelerado: percibiendo el misterio que persigue a todos los artistas.
Todo un amplio espectro de materiales diversos, que consecuente y coherentemente trasladan a que los objetos y sus conseguidas formas muestren una pluralidad de microhistorias y de mitologías personales e íntimas, que se escuchan en los ecos de logros que vienen desde finales de los años ochenta hasta la actualidad.
Y están dispuestos tal como los autores se lo plantearon: para el encuentro están ahí, en una redefinición de utilidad e impacto visual, objeto con historia cotidiana que comunican nuevos significados, pero siempre mostrando el latido
vital. Quedó atrapado el instante en que se actualiza a cada momento. Lo bueno del arte es que, tras el paso del tiempo, sigue siendo sugerente e incluso molesto. Nos enfrenta con situaciones que pueden o no gustar, pero su carácter de ficción, desemboca en bellas impresiones y amargos efectos de realidad.
[Si quieres, ‘pincha’ y verás un fragmento de la videoescultura creada por Antonio García Jiménez: http://www.youtube.com/user/continuumafectivo].

Puede resultar de interés propiciar un encuentro con el diseño artístico que nos ofrece esta sala en el verano murciano. Es una incursión de la que se sale sin saberlo todo; se llega a un punto, pero siempre hay otros puntos. Lo importante es internarse en las cosas, pese a que no se pueda llegar a una conciencia de claridad concluyente. Las obras de estos artistas del diseño nos sugieren un mundo próximo y un lugar de partida. La exposición reúne un grupo de obras cercanas a la «poesía visual», sin renunciar a un arte comprometido.
Tras el peregrinaje en esta travesía artística en torno al diseño, (que ha de realizarse, necesariamente, a partir de las 6:30 de la tarde hasta las 12:30 de la noche; y me parece acertado que la visita sea vespertina-nocturna, en este verano inclemente), la sala “ESPACIO AV” (eav), de la Consejería de Cultura.

Los vigilantes, propietarios de un hermoso castellano con acento sudamericano, ofrecen gratuitamente al visitante un granizado, a elegir entre limón u horchata de almendras, -los he probado ambos, y están excelentes-, para enfrentarse a la vuelta con el muy caliente aire del verano en la murciana calle de Santa Teresa.
Todo un aliciente, cultural y sensitivo, para un momento del verano 2009.

martes, 14 de julio de 2009

DEL MELOCOTÓN, LA PIEL Y LO HUMANO.




El calor intenso nos ha invadido desde mediados de junio. Cada año el sofocante verano rompe a cantar y, entre otras realidades, se colorean los melocotones en los árboles, nos envuelve su olor y nos invitan a saborearlos. Esta fruta dulce y jugosa es un placer para el gusto y alivia el calor, da y permite la quietud que inunda en las mañanas y en las tardes la boca con su frutal néctar.
La piel del melocotón está recubierta de pelusilla, que pasa a las manos cuando la fruta se coge del árbol. Y hay que llevar cuidado pues, si toca el cuello u otras partes corporales, se sufre un picor perturbador. Pero si se quiere gozar de la dulce carnalidad del melocotón recién cogido, hay que pasar por esta un tanto molesta circunstancia. Al igual que hay que salir a la calle en verano, afanarse bajo el sol para llegar a un lugar o verse con alguien, también así hemos de traspasar el irritante contacto con la piel del melocotón para alcanzar el sabroso y complacido momento de comerlo, el jugo fresco inundando la boca como una caricia.
Es el valor de lo que se presenta, al inicio, como incómodo y exige un esfuerzo para atravesar un pequeño escollo que, como un canto a la paciencia que genera las incontenibles ganas, que conduce a satisfacer una apetencia y al placer. Olor del fruto que llama a degustarlo, piel que se interpone como un rechazo; pero que, también, alienta a saborear lo que oculta debajo de esa capa: el exquisito dulzor carnoso.
Esto hilaba mi mente en la mañana y en la tarde en que visité la huerta. Consideraba las relaciones humanas mientras comía un melocotón previamente lavado en el agua que discurría por el canalillo de regar. También considero que, simplemente, hay que disfrutar el momento y el sabor que acaricia como una mano fresca a la sombra del fuego de este verano. O mirarlo como metáfora de descubrimiento, de celebración sensual: cada escenario, cada recodo tiene su encanto lírico.
Si hay melocotones en los árboles no hay descampado, en este territorio de lados desiguales y muy abiertos. Los árboles no son intrusos aquí, ni representan una frivolidad ornamental.
Hay un tono conversacional, aunque con una sutil tendencia a la exaltación del presente. Si suavemente se limpia la piel del melocotón y se paladea tras el primer mordisco, se va saboreando la victoria que nos parecía difícil, la alegría placentera, la más simple, la que dice “es lo que hay”, aunque sólo sea enumerar lo que el lenguaje nos da.
Sabor y aire fresco en pleno verano.

lunes, 29 de junio de 2009

…Y TE HAS IDO: ¿DÓNDE ESTÁ EL GUIÓN PARA VIVIR TU RETIRADA?


Querido Antonio:

Permíteme que te deje aquí, como testimonio, que somos muchos quienes no entendemos y cuesta mucho aceptar que, así, sin más,… te hayas ido. Y sólo señalaré alguna cuestión de entre las muchas que venías desarrollando, -sería interminable la lista-, ya que, como asesor técnico y responsable, en la Dirección General de Promoción Educativa e Innovación, y con los Centros de Profesores (CPRs), ¡…hay que ver la cantidad de asuntos que llevabas! Y con qué dedicación, entusiasmo y control.

Quienes te han tratado en el trabajo y en la relación personal y cercana, saben, sabemos que no es tu estilo irse así, porque siempre has ido un paso por delante, escuchas y aguantas hasta el final y también después. Por eso el impacto es fuerte al igual que el dolor, porque tú que lo piensas, llevas y trabajas todo, no nos has avisado de tu partida. Y te has ido. Por eso, te decimos, sin reñirte, que partir tú solo, de este modo ¡…eso no se hace!

El dolor de tu esposa, de tus hijos, de tus padres y de tus hermanos no tiene medida: te conocen bien, porque además del innegable cariño, te han tenido muy cerca y saben de ti, de tus desvelos familiares y del cumplimiento de tus obligaciones.

También hay dolor en la amistad y en quienes han compartido trabajo contigo, en la exploración de nuevos horizontes, de adecuaciones a los tiempos y a las instituciones, del uso y aplicación de tecnología y de nuevas formas. De tantos frentes abiertos que has dejado sin cerrar…

En una ocasión, hablando de asuntos laborales y de la cantidad de horas que le dedicabas más allá del horario fijado, te mostraste reacio a admitir cualquier halago por tus tareas:

- Las cosas hay que hacerlas, y cada cual en el sitio en que le toque. Esto es sólo un trabajo, -decías.

Hay personas que señalan y resaltan, entre otras, dos características muy tuyas. Una, la enorme capacidad de trabajo con abnegación que has desplegado para buscar resultados óptimos de los objetivos de la institución; y la otra es que no has sido indiferente a nadie: o se te quiere y reconoce, o se te objeta y cuestiona, pero tus propuestas se han estimado todas, tanto por quienes las han aceptado como por quienes las han recusado. Sin que haya nadie que te haya ignorado. Y de ahí surge la tercera característica: seguir adelante, sin desaliento, creyendo en lo que haces y con optimismo razonable no utópico. Ese eres tú, Antonio.

Ejercías de mediador con vocación, desplegando y procurando que fueran prácticas las directrices oficiales, lo que da un valor extremo a tu entrega verdadera. Y te has ido,… con la discreción que también te caracteriza. Y nos has dejado interrogantes y vacío. Tú que, en la buscada y perseverada calidad de las actuaciones y de la ordenación de actividades mediante catálogo, -por señalar dos asuntos- buscabas y tenías respuestas y salidas -gustaran o no, convinieran o incomodaran- para las dificultades y los obstáculos que iban surgiendo,… nos privas de tu accesibilidad: y se nos quedan aquí las preguntas, de todo tipo.

Y te has ido, extrañamente, porque no nos explicamos como no has podido mantener el pulso contra el destino.

Seguramente has acudido a la llamada de alguien, en otra dimensión vital, que desde aquí no acertamos a definir ni describir, para que planifiques y te atrevas a proponer métodos y soluciones a algún problema organizativo y de alcance de resultados que por allí tengan, porque han sabido de ti, que tienes claves para marcar nuevos caminos y los recursos: te han llamado unas voces comprometidas con la realidad y tú has acudido sin resistirte.

Porque, eso sí, los envites y las incitaciones nunca los has rehuido. Por eso sé que habrás empezado a pensar en las nuevas tareas, sobre todo ya estarás diseñando el manual del que deben disponer los nuevos que lleguen por donde tú estás, para que les sea más fácil la adaptación al nuevo entorno al que te has ido y en el que seguro que estás por ayudar con agrado a aquellos que se inicien en el nuevo oficio. Aunque desde aquí te decimos que descanses activamente, todo lo que puedas, porque seguro que te encargan cosas que no serán nada fáciles de resolver. Y que, ahora, sin plazos y sin prisa, hagas lo que quieras y practiques todos tus deportes favoritos.

Pero que sepas que nos has dejado desarraigados en el camino. Y ahora nos toca enfrentarnos, desde la propia conciencia, a las precariedades de la realidad. Porque lo cierto es que para andar estos caminos de la institución se precisa disponer de un repertorio de ideas claras, que aquí nos dejas. Tenemos que abrir bien los ojos y tener el alma en vela, tomando de ti, cada cual como pueda o como quiera, los ejemplos que has sembrado, desde tu mirada personal.

La institución y tus compañeros y compañeras, muchos de ellos amigos, te tienen presente. Por ser quien eres y por tu inquietud coherente con toda tu labor, porque desde el principio preferiste buscar, con tus preguntas y tus desvelos, en el territorio donde alcanzar lo conveniente y lo mejor, en vez de refugiarte bajo el estricto cumplimiento y la comodidad ordinaria.

Tu lejanía y la evidencia de que nos dejas, debe invitarnos a retener tu aliento y reconocer lo que de calidad y de verdad humana hay en tu trabajo.

Donde quiera que estés y lo que hagas, seguro que lo llevarás con dignidad y siempre nos echarás una mano.

Lo sabemos. Aquí nos tienes.

martes, 23 de junio de 2009

DESEOS EN LA NOCHE MÁGICA DE SAN JUAN, 2009




En la Noche de San Juan, con renovadas fuerzas y más deseo que nunca, no sólo vamos a saludar y recibir al verano –que en sí ya es un buen motivo- sino que, en esta ocasión, hemos de conjurar que sea el tiempo de traspasar la frontera, para dejar atrás los agobios y desesperanzas de las crisis; y acceder a un nuevo dominio en el que se comience el itinerario de una renovada individualidad universal: la elevación del ser humano que somos y que aspiramos a conseguir, en un nuevo marco donde la globalización –o mundialización- esté más allá, ¡ay!, de lo económico.
Gobernantes, sindicatos, partidos, entidades,… y otros colectivos socioeconómicos deben de tener la preocupación de habilitar soluciones para superar las crisis que ha producido una desbocada economía: los dramas del paro laboral y la pobreza evidente a la vista de todos, las dificultades del acceso al empleo y al dinero, a la vivienda y su pago, y a otros bienes de necesario consumo.
De todo esto se habla y se discute mucho, sin claros resultados ni propuestas, salvo la de sufrir las palabras como arrojadizas piedras de afiladas aristas para una enajenada transferencia de culpas y responsabilidades sin acuerdo. Y que acaba anestesiando al ya macerado cuerpo social con tanto golpe sin dirección.
Y, además, asistimos con suma perplejidad de ver a los nuevos pedigüeños (y no me refiero a los que pueblan las puertas de las iglesias o las esquinas de mayor tránsito). Hablamos de los reclamantes de generosas ‘limosnas’ millonarias en euros: bancos, fabricantes y concesionarios de automóviles, empresarios de los más variopintos negocios, ¡hasta los constructores!, que piden -¡exigen!- a las administraciones públicas que derramen lluvias millonarias sobre sus actividades y comercio, se les perdonen deudas y se les baje impuestos. Para todos ellos, que en épocas de bonanza y liberalismo económico dispusieron de bienes y capital, quieren ahora los dineros del contribuyente, para lo que ponen cara de buenos empleadores y salvadores y piden protección (todo lo contrario de lo que significa el liberalismo económico).
Pero este es, digamos, lo más visible y espectacular, sin dejar de ser lamentable y preocupante. Hablo de crisis, en plural. En las depresiones socioeconómicas, los efectos son plurales y no están aislados. Asistimos a la crisis de diferentes manifestaciones de lo que llamamos “cultura”. El libro, el cine, la música, el teatro, el arte,… muestran sus huecos, carencias y caídas. Una sociedad, cuando se deprime, lo hace en todo. Incluida las crisis de valores que, seguramente, ya no se volverán a recuperar, tras el “todo fácil, sin esfuerzo” y el “todo gratis”, que han arrasado con el esfuerzo mental y físico para conseguir algo.
Seguramente no haya crisis para psicólogos (clínicos y sociales), porque a ellos les será confiada -¡ay!- la ‘reeducación’ de padres e hijos.
Por todo esto –y más aún por lo que todos pensamos y vemos- habrá que encender y alimentar, en esta noche mágica de san Juan, las hogueras del fuego purificador, -que no de la inquisición-, al que entregar símbolos y alegorías de los malestares que nos acorralan en esta época.
Indico como metafórico ejemplo lo que ocurre en el pueblo de San Pedro Manrique, provincia de Soria: En la noche de San Juan, se realiza el conocido Paso del Fuego, en el se enciende una hoguera y sobre sus ascuas, los naturales del pueblo se descalzan y con sus pies pisan las brasas incandescentes dispuestas a modo de alfombra, pero de un modo determinado, sin quemarse las plantas de los pies, y la mayoría de las veces con alguien a cuestas.
Que cada cual vea en esta referencia lo que le sugiera, desde la propuesta de pasar por las ardientes dificultades con decisión y determinación, como personas decididas a superar las crisis que singularmente afectan a todos.
Y que al atardecer del 23 de junio arroje a la hoguera los malestares, los pesares, las injusticias y las incomprensiones. Porque no se construye el futuro con los materiales de un pasado caduco ni de un presente apesadumbrado, ya que se han mostrado ineficaces. Hay que querer que todo mejore, por lo que se necesitan personas y materiales de calidad excelente y duradera.
Y traspasada la medianoche, realizar los simples rituales, conjuros y queimadas que ilusionan para mejorar la vida, buscando el trébol de cuatro hojas con velas de colores, y otros ritos ancestrales, que conmuevan a las poderosas energías solares para que actúen positivamente.
No digo más. Por respeto escrupuloso al espacio de cada cual, en la individualidad universal para pensar, decidir y caminar. Con una llamada a lo mágico en el “ROMANCE DEL CONDE ARNALDOS”
Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de san Juan,
yendo a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar
las velas trae de seda
jarcias de oro torzal
áncoras tiene de plata
tablas de fino coral
marinero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar
las aves que van volando
al mástil vienen posar
los peces que andan al fondo
arriba los hace andar.

Allí habló el infante Arnaldos
bien oiréis lo que dirá
"Por tu vida el marinero
dígasme ahora ese cantar
"
Respondiole el marinero
tal respuesta le fue a dar
"Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va
"

miércoles, 3 de junio de 2009

CUATRO MÚSICOS TOCAN CON INSPIRADO SENTIDO



Hay espacio para la llamada "música clásica" sin que esté recluida en salas de concierto. (Hace pocos días tuvimos el ejemplo muy agradable de los alumnos del Conservatorio Superior, en diferentes plazas y calles de Murcia; porque los profesores y los cercanos responsables son conscientes de que está en juego, y no es poca cosa, el lugar de la música, de ciertas músicas. Y de su inclusión, práctica y desarrollo en todos los centros docentes). Sabemos, y queremos creer, que existe un futuro para la música, que cada día ha de reinventar su función social. Existe la obligación de mantener por prestigio la música y su actividad que, en algún caso, alguien la puede calificar de ornamental. El mundo de la cultura es una fuente de riqueza, no sólo por las múltiples Artes sino de índole económica. El ejercicio de la música genera considerables niveles de ocupación laboral, por lo que es fácil deducir la repercusión de la industria cultural en la sociedad. Sin ánimo comparativo alguno, de forma habitual, si se quiere, se puede escuchar, solo algunos días a la semana, algo diferente a todo aquello que conforma la memoria musical de la música en la calle. La ocasión está en coincidir con los cuatro músicos, a los que dedico la última entrega (por el momento, hasta que surja un nuevo estímulo) de esta serie centrada en la música que escuchamos al pasar por determinadas calles del centro de la ciudad. Salimos a la calle de incógnito, como ciudadanos anónimos que atendemos a diversos quehaceres y, entre otros estímulos, podemos ver comprobar al paso cómo tocan los cuatro músicos que forman un conjunto y que suele ubicarse en la calle Trapería. (Ahí los tenemos en la fotografía No son un cuarteto porque es habitual y extendido entender por ‘cuarteto’ a un conjunto de cuerda o de metales, por ejemplo. Pero si no hemos de llamarle a este de hoy, así, podremos decir que es un conjunto de cuatro músicos). Delante de un sórdido fondo de pared y de persiana metálica pintarrajeadas por los insensibles grafiteros que operan por la zona, estos músicos desgranan sus interpretaciones de música conocida popularmente, como “Moon river” o “Carros de fuego”, que alternan con piezas de Mozart y Vivaldi। Es comprensible que pongan en el aire callejero las músicas conocidas y pegadizas, porque lo que tratan es de que se les vea y se les oiga, que la gente se fije en su cartel y, quien pueda y quiera su concurrencia en una celebración, que pueda llegar a un acuerdo económico. Se puede notar que estos músicos llevan tiempo en el tajo y más de una vez les habrán hecho un acuerdo de actuación –de forma verbal o incluso firmando un documento-. Esto es algo que sucede a quien se inicia o que lleva tiempo en este ámbito profesional. Mientras, tanto, el estuche del violonchello está abierto a las posibles monedas que dejen algunas de las ambulantes personas que acierten a pasar por su lado, porque, eso sí, es un acierto escucharles en su utilización de los recursos expresivos, porque se evidencia que respiran cultura musical y la ponen en la calle. Representan un ejemplo destacable de interacción fecunda entre cuatro amantes de la música, y algún pintor se podría sentir poderosamente atraído por plasmar en lienzo la escenografía de este conjunto, donde siembran y recogen notas como espigas doradas.

MÚSICOS CON ALGÚN TALENTO Y MUCHAS HORAS. El CASO DEL BÚLGARO METHODY.

En otra página señalo las diferencias entre músicos callejeros con formación y otros que, sólo utilizando desgarradamente un instrumento musical, practican una forma de mendicidad-oficio.

Pero creo que hay que matizar y actuar con cierta búsqueda de equidad. Me refiero a dos músicos que poseen un buen oído aunque es algo irregular su interpretación. Todos son figuras vivas del paisaje urbano de esta ciudad.

En primer lugar, hay un hombre que canta canciones populares de algún país del este a la vez que mal se acompaña con una guitarra. Por tanto, de éste sólo señalar la calidad de su potente y no educada voz, que ofrece directamente sin medios amplificadores. Llama la atención su entrega a la canción, que derrama con evidente sentimiento y con seria expresión de su cara.

El otro es Methody, un búlgaro que toca el acordeón pero que se le nota que ha observado y mimetizado las formas y puesta en escena de los acordeonistas del Sena parisiense, con su boina ladeada y su sonrisa abierta para todos los transeúntes. Ha trabajado en alguna película, que él mismo se encarga de explicar –si se le pregunta- por qué le llamaron. Un hombre libre que suele definirse como marginal. Pero no lo es porque, para él, hacer música es una especie de ritual diario.

Observo su perfil de duende de obra shakesperiana, o de diablo amable y creo adivinar que lo protege un cierto aire bueno. Le he visto actuar en una boda a la que asistí y aseguro que, tras breves descansos para reponer fuerzas, estuvo atendiendo las peticiones de los asistentes al acto, mostrando aceptables interpretaciones de diferentes canciones conocidas y populares, a las que les sumó las suyas propias, así como diversas improvisaciones.

Se le advierte que domina el acordeón y su música característica. Se le supone estudio y, sobre todo, mucho oído musical.

Claro que también recoge contribuciones en moneda. Y el caso es se ve su estuche con mayor recogida que otros. La verdad es que mirar y escuchar a Methody en el acordeón es todo un espectáculo y se nota su presencia en donde quiera que se ponga. En tiempos de crisis uno de los grandes refugios es la música. Y si nos acompaña por la calle, se acoge con agrado. Y hablo de este otro músico, al que la música le hace más fuerte para aguantar la intemperie y la búsqueda del pan diario. Se sabe que hay que producir mucho para rentabilizar y mantener un puesto en la calle. Porque hacer música es un acto de libertad.