sábado, 14 de febrero de 2015

El día después de la representación



Sabemos que el teatro necesita del escenario: es su lugar, pero no florece sino en la mente del espectador.

El teatro es social, en la relación entre texto, escena y espectador, un pálpito orgánico donde la respiración se comparte. Y se le considera una piedra fundacional en la formación humana: los personajes se exponen, en un relieve enfrentado, a la vez que cercano y cómplice, a quien lo ve. Porque, por sí solo, el teatro es capaz de sumar energía y masa crítica a las luchas cotidianas, a las que, nosotros la gente, le dedicamos mucho tiempo.

Noche del viernes 13 de febrero, en el Museo de Bellas Artes de Murcia (MUBAM), un encuentro teatral: “Menudencias", de la autora Diana de Paco. Varias piezas destinadas a recoger los latidos de lo que sucede en la gente, representadas por “Canna brevis”.

 El reconocimiento de situaciones de la experiencia vivenciada, lo vemos en la obra, acompañados por la música sugerente, desde la sonrisa a la carcajada, atravesando por la chanza y la mueca patética, que se van perfilando ante los ojos del espectador las historias menudas.
Son personajes escondidos entre los pliegues de eso que llamamos ‘sociedad’. 
Y lo que hacen Diana de Paco y los actores/actrices, es poner luz, para que se vea, para que se sepa. Es parte de lo que el teatro puede hacer: además de entretenimiento también tiene una dimensión reflexiva, estimulante. Es un mérito de la escritura dramática, que facilita que lleguen las ideas cabalgando sobre las palabras.

Así, esos personajes que ocupan la escena cobran vida. Y permanecen los ecos de sus frases. El triunfo está en las historias que protagonizan, contando verdades envueltas en hermosas y entretenidas mentiras que los personajes siguen tejiendo. Construyen finalmente el teatro que la directora fortifica: traspasar todo lo que se muestra para que nos concentremos en lo esencial. El espacio dramático es así un laboratorio, una ficción en permanente demolición y reconstrucción.

Buena costumbre la de ir al teatro, sentarnos a oscuras y ver una historia. La función rezuma luz. La fuerza de la palabra es el eje de los cuadros escénicos. Hay una mirada honda, penetrante, entre la dulzura y el desvalimiento de los personajes.
(Sólo una objeción menor: las palabras altísonas no deben encubrir las ideas, a veces, la carcajada impermeabiliza).
Menudencias recorre un amplio arco: con un principio de denuncia sobre la incomunicación, y continúa, sin ocultar la angustia de los dramas personales de la vida cotidiana, esa vida que transcurre, pero no felizmente, en la monotonía que estalla de repente.
En “Menudencias se ha probado ideas hasta dar con lo que se quería transmitir. Y se consigue, pues señal de ello es que se produce la risa y la carcajada sincera, la emoción breve.

Aquí los personajes aparecen en el escenario se acercan a un atril y, en una aprendida lectura, nos conducen por episodios entrañables, divertidos, curiosos, tristes. No parar el tiempo ni ir hacia atrás. Aunque el ser humano desear volver a ese momento mejor que sólo existe en la memoria.
Todo ello envuelto en un toque de música, hay que desdramatizar con música, conducida por la pianista Mónica Iniesta.
Sabemos que no se puede cambiar lo que ya ha ocurrido. Y la escena recogió los sucesos entrañables del texto y la implicación de los protagonistas.
Más allá de las señales evidentes, la obra bucea en las pequeñas y cambiantes sensaciones: el modelo social se rompe con tanta naturalidad que incluso provoca la risa franca de quien se reconoce en ellas: marcar y colgar, esperar. Cada momento engarzado a los cambios de luz, de música, de ritmo. Todo encaja y por momentos, olvidas los nombres de los comediantes: Todo está hecho con la más absoluta sinceridad, pues los espectáculos nacen de esa confianza en algo que uno ama hacer.

Gracias a los-las artistas, (que no os nombre no significa que no me importen vuestros nombres y quienes sois), a Diana y Mónica.
Porque han sido días memorables los de cada ensayo, y porque nos lo pasamos muy bien el día del estreno.
Estar y sentirse bien lo merece todo.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Caer, pero levantarse



La caída.

A Charo y a Santiago.

Os habéis caído al suelo, literalmente. Cada quien en un lugar distinto: una, en casa, resbalón sin testigos. El otro, en el escalinata del colegio de los nietos, con presencia.
Han pasado los días, y la consternación inicial que causa la noticia, y la lógica ausencia de detalles, da paso al alborozo de que no hay nada áspero ni lastimado.
Cada caída es distinta, singular.
Habrá autorizados que hablen del por qué se produce una caída, con explicaciones anatómicas y no sé qué insondables causas. Se lo dejamos a ellos.
Explorar el sentido de la caída, de vuestro desplome. Y digo: es un recorrido por los ángulos y vértices del triángulo escaleno que es la existencia:


· casualidad, pues nadie quiere caer. En un azaroso contratiempo que prueba la ley de la gravedad.
· susto por desequilibrio y por si alguna consecuencia indeseada.
· Y alzarse. Volver a ponerse en pie, con ayuda de cirineo o con la fuerza de no abandonarse en soledad. Caminar y adelante.

Toda una referencia.
Es la llamada de la tierra (en este caso, duro suelo). Que se suele contar, afortunadamente, con humor. Y “¿qué hago yo aquí en una situación como ésta?”. La tierra, como lecho de acogida, que nos renueva la energía.
“Entre tus manos me tienes,
tierra soy”.
dicen los versos de Dámaso Alonso.
La causa y culpa, para el escalón y para el agua derramada.
Pero no hay que empequeñecer el sentido de la caída. Tampoco el de incorporarse y continuar. Porque es una experiencia. Y, como toda comprobación, un aprendizaje.
¿Y qué si no fue la caída de Saulo de Tarso en el camino de Damasco? Una experiencia para, desde la oscuridad, acceder a la luz. En el ámbito de influencia cristiana tiene gran eco y predicamento lo de las “Caídas”. Pero lo más significativo y esperanzador es remontarlas, con o sin ayuda.
Y como dice el saber popular, ante la adversidad:
“Vista al frente, paso firme y disgusto superado”.
Porque os necesitamos enteros para proyectos y lecturas, un futuro en marcha.

Hoy sois más sabios y mejores personas porque habéis caído y os habéis levantado.