domingo, 4 de octubre de 2009

CARTAGENA: CIUDAD PARA LA INTELIGENCIA.



Casi tres milenios de historia mantienen viva y creciente a Cartagena, ciudad respetada siempre, a la vez que anhelada en la consideración de todos los imperios mediterráneos.

Con la dedicación que están desplegando sus centros de estudios históricos e investigación, se observa que Cartagena destila orgullo sediento al ver reconocidas su historia y su cultura, que no cesan. (Museos y monumentos, entre otros, dan buena cuenta de ello).

De visita, de gustoso paseo, fijando esta vez la mirada en los rostros y rastros de Roma, llevan a considerar que en esta ciudad, cada vez que se produce un descubrimiento histórico, se levanta un nuevo espacio cultural, se propician actividades para todos y se genera un nuevo espacio de libertad: Cartagena se hace grande.

El orden y el dirigismo de tiempos pasados permanece junto a las libertades y valores individuales en esa siempre difícil coexistencia: hay arraigados modos de poder de cada período de dominio, que perduran como controladas fuerzas y señas de identidad en el imaginario cartagenero.

La impresión, tras esta vista, surge de que el espacio cartagenero ha sido tablero de juego interminable, como lugar habitualmente apetecido históricamente por los expansionismos imperiales mediterráneos, desde que los fenicios mostraron sus posibilidades económicas y comerciales.

Pero para entender el hecho cartagenero en su legado no basta con estimar el potencial económico de la minería y la química, así como las extraordinarias condiciones estratégicas del puerto (militar y comercial) y de los intensivos cultivos de su campo.

Hay algo más. Tiene que haberlo. Puede sonar (ignorancia incluida de quien esto escribe) como algo intangible. Pero se evidencia a cada paso: la historia heredada y mantenida está impresa en sus ciudadanos, en sus calles, plazas y edificios, con desigual valor (lo que no es un defecto, claro está).

Hoy, de toda la densidad histórica, podríamos sólo apuntar tres capítulos claramente diferenciados. El primero sería la fundación por Asdrúbal, el sagaz hermano de Aníbal, que abrió esta tierra a los usos y costumbres avanzados de la época, incluidos los cultos religiosos, de entre los que se destaca la deidad Tanit, la diosa humana crisol de las comunes características de las mujeres mediterráneas. Crear conciliando, es el origen.

El segundo capítulo sobre el que se emplaza hoy la linterna de la atención es el de la herencia romana. ¿Qué percibió, qué vio el imperio romano en Cartagena para ocuparse tan intensamente de ella? Fijémonos en el detalle de que aquí se construye el segundo teatro romano en importancia de la península ibérica. Un conjunto arquitectónico de esta magnitud no se levanta sin pensar y prever sus posibilidades, sino en un lugar y tiempo donde hay demanda y ha de haber acogida y participación en las manifestaciones culturales que le serán propias. Visto el teatro, impresiona en su grandiosidad y se barruntan posibilidades admirables, como la de las representaciones y eventos singulares.

Son dos episodios distintivos: la dignidad cartaginesa y la integridad romana.

Y ahora, saltando con gran zancada en el tiempo, vamos al tercer señalamiento: la ciudad militarizada sobremanera, (“Ciudad Departamental”), como uso de sus posibilidades y, también, como ‘castigo’ controlado por ser el último bastión republicano y “rojo” en el sangriento y totalmente lamentable conflicto fratricida de 1936/39. Los hechos, y no las ideologías, debieron ser el principio rector de esta ciudadanía que resistió hasta el último día, haciendo valer, entre otros, el espíritu del indómito cantonal cartagenero.

Pasado el tiempo oscuro, en el siglo XXI se comprueba y agradece que el pragmatismo no ha de ser una dificultad: cartageneros, murcianos, españoles, europeos del norte y del sur, africanos y gente de allende el Atlántico han de contribuir en los derroteros por los que discurrirán las energías presentes y emergentes de Cartagena, ciudad taller abierta al nuevo milenio. Tras más de dos mil años de densa e importante historia, ¿A dónde va Cartagena? es uno de los ejercicios más apasionantes de este comienzo de siglo.Se responderá, indudablemente, con la actividad industrial y los cultivos agrícolas, con la actividad del puerto y de la Universidad, elementos en donde está implicado el tejido social। Y en la probabilidad de que, sin mostrar ceguera ni sordos oídos, la acción política haga avanzar a esta sociedad tan pluricultural con la habitualidad que recoge la historia: creación de confluencias, aún en el conflicto, cohesiones y motivos para vivir el presente y labrar el futuro mediante proyectos ambiciosamente posibles.

Cartagena es una ciudad indispensable con expectativas crecientes, para afrontar el siglo recién comenzado en el que ha de conjugar el desarrollo de lo histórico, lo socioeconómico y lo educativocultural, además de todos los submundos alternativos que tiene contenidos; desplegando la capacidad de mostrar y ofrecer una mantenida prosperidad, a la vez que manejando los obstáculos y problemas: medioambientales, de integración social, de ordenación urbana y del protagonismo de sus habitantes.

La inteligencia es de lo mejor que ha dado la Humanidad, como tesoro acumulado. El pasado, en cuanto pasado ¿interesa o es algo que tiende a la desaparición? Entender y seguir de cerca de Cartagena es un juego de inteligencia. Lo que exige una aplicada dedicación por la que se evite el estéril y repetido tópico de desacreditar épocas y hechos.
La energía del presente, que también tiene sus aportaciones desde la antigüedad clásica, no puede aparecer como algo efímero, sino como un continuo latido, jugando a entender su evolución. La sobrevivencia del Teatro Romano (¡qué maravilla de características arquitectónicas, escénicas y acústicas!), en su monumental grandeza emergiendo de la desidia, la ignorancia y el ocultamiento hasta ahora, traspasando el lado épico de las luchas, a la vez que posibilitando, desde lo diverso, será un referente de la construcción de la convivencia.

De la industria cultural cartagenera se espera que busque el favor, atraiga y mantenga a las jóvenes generaciones, para que entiendan sus raíces y el legado histórico, los gocen y los hagan suyos, ahuyentando riesgos de ignorancia y que la ordenada huella de Historia y Civilización ha de seguir alumbrando.

En Cartagena habla el pasado en la realidad del presente dinámico, en un complejo y fundamental proceso que apuesta por dejar al margen los olvidos y los desmanes, ya que éstos no tienen cabida en una ciudad próspera y estética.

Se ha inaugurado una nueva época que navega en tiempos convulsos, coincidiendo con la quiebra de lo viejo y lo antiguo. Y hay que saludar con alegría y esperanza de Cartagena, que tratará de corregir el desapego juvenil a la vez que estimulará la inteligencia hacia la cultura en más sentidos y manifestaciones que la tradicional. Lo que supone que será un modelo de acción donde convivan, en buscada armonía, la tradición y la vanguardia, lo popular y lo culto, la ruptura y el folklore.

Es tiempo de que, tras el paso del entusiasmo y el apasionamiento, se desplieguen las capacidades inteligentes para que los hechos históricos sean visibles y reflejen su luz, a la vez que estén vinculados a las vidas cotidianas, a través de miradas con sensibilidad visual de los espacios que conforman el gran tapiz de la Historia de Cartagena.


2 comentarios:

  1. Todo el mundo me comenta que la ciudad portuaria está preciosa, que hay que visitarla. Yo no me voy a hacer de rogar mucho, porque siempre me ha gustado muchísimo, así que ahora que está hermoseada, más. Vi el teatro romano a medio excavar y restaurar. Tendré que ir a verlo en todo su esplendor. Un abrazo

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  2. pues yo he estado 2 veces en la ciudad y he visto el teatro romano recién terminado . Es precioso. :)

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