lunes, 28 de enero de 2013

FILOSOFÍA Y FILÓSOFOS EN LA CALLE: CONCENTRARSE EN LA PLAZA PÚBLICA.




En el hueco del día 28 de enero del año 13º del siglo XXI, la plaza de santo Domingo se ha convertido en el Ágora. Allí, profesoras y profesores de Filosofía se han concentrado y, a su vez, se han extendido por el lugar, explicando a quienes quisieran oírles, -que han sido muchos y muchas-, el por qué de estar allí. Catedráticos/as y profesores/as de la Universidad de Murcia, catedráticos/as y profesores/es de distintos institutos de la Región, estudiantes de Filosofía, y personas simpatizantes, hemos acudido a estar juntos y en la lucha porque se divulgue y se sepa qué va a pasar –negativamente- con la Filosofía en las aulas y en la vida ciudadana de los españoles, si una ley contestada llega a entrar en vigor. (El vigor será para la tal ley; pero el decaimiento y la debilidad será para la Filosofía y su enseñanza, así como para la formación de los ciudadanos).


El profesorado de Filosofía, -si cabe, aún más que en otros colectivos-, es singular en sus tendencias y especialidades, y lo son con dedicación individualmente relevante, por la propia esencia de la Filosofía donde habitan. Es propio del pensamiento: ser libre y abierto. Y siempre tratando de entenderse y confluir, en el debate abierto, libre y democrático.
Hoy lo han hecho. Unidos y no confundidos.
En un acto de tener muy claro dónde está el peligro: el que viene como un obús contenido en la Ley Orgánica para la mejora de la Calidad de la Enseñanza (LOMCE),… […eso de “mejora”… suena a sarcasmo, ¿verdad?; y aún más cuando el profesorado rechaza  la ley que así se dice, propuesta por el ministro Wert –o lo que sea-, porque además de prepotente, puede considerársele “al servicio de intereses privados, no por eso desconocidos” y tendentes a la analfabetización del pensamiento y del conocimiento: creen que es más fácil manejar a los desinformados. Y no hay que darles esa “razón”].
Hoy ha sido en este espacio público del centro de Murcia.
Y se ha cantado, con esta letra:
El día 14 de febrero, a las 12 de la mañana, será ante la Consejería de Educación de la región de Murcia: que no se vayan a creer que no tienen responsabilidad estos dirigentes políticos de Murcia.
Y habrá que estar.
La lucha está presente.
Hasta conseguir la victoria y la negociación abierta, amplia y bastante para la Educación en la Filosofía.

domingo, 27 de enero de 2013

FILOSOFÍA, ¿PARA QUÉ?


Puede que se lea como una interpretación que se ayuda de una frase, (nunca una caricatura). En 1920, el intelectual, profesor y militante político, Fernando de los Ríos viajó a la URSS a estudiar las posibilidades la Internacional Comunista. Allí se encontró con Lenin, a quien el español le preguntó sobre cuándo el régimen bolchevique mostraría la libertad para los ciudadanos. El ideólogo soviético le respondió con otra pregunta: “¿Libertad para qué?”.

Es que, quien piensa, propone y razona alternativas para el mejor estar de los humanos. Por eso no emociona la libertad a los dirigentes.

En estos tiempos donde lo que parece que no hay alternativas a través del saber, y que sólo se puede atender a las pesadas losas del ‘déficit’, de la ‘prima de riesgo’ (‘prima’… ¿de quién?), de la corrupción en muchas esferas; de los ‘recortes’, de familias completas en paro, de sobres que contienen dinero malsano para cargos políticos y quienes trafican con la confianza de los votos ciudadanos,… hombres y mujeres sin trabajo, personas dependientes sin ayudas, con cada vez menos atención sanitaria y con la educación manipulada,…

¿Tiene sentido estudiar y prepararse a fondo, disponer de un excelente currículum, si luego no interesas a los contratadores, -que buscan pagar sueldo de sirviente por un trabajo especializado-, porque la formación contiene y da paso a ideas que mejorarían y, posiblemente, superarían lo que piensa el empresario, sin que eso supusiera más costo?

Hay que resistir y avanzar, cuando a lo humano lo van deshabitando, cuando se vive en el desconcierto de cada día... ¿a qué viene preguntarse por la presencia activa de la Filosofía en la Educación? ¿Es que no conviene que las personas piensen, tengan ideas y las llevas a la práctica en un amplio ámbito de diálogo democrático total?

La respuesta es doble: la primera, porque no se quiere un espacio de libre concurrencia: donde no hay libertad no puede haber filosofía. La segunda, es que la Filosofía es contraria y enemiga de esa expresión y práctica que dice “¡lo que importa es la economía, estúpido!”, (la economía, que debería estar al servicio del hombre y que, por tanto, en la situación actual, repele y deja fuera a lo humano); la Filosofía está por la claridad y contra la corrupción de conciencias y de bolsillos. Y, por tanto, es molesta, incómoda.

  Y porque las manos que manejan el estado lo han convertido en un patrono: el peor de los amos. Los dirigentes político-sociales abren camino en el que no se deja transitar a la libertad. Y no es una simple queja: es un asunto y tesis que excede y supera a lo político.

Ha de ser el tejido social, académico y familiar, también el económico, quienes han de evitar el destrozo de la libertad en los colegios, institutos y universidades: hay que luchar contra el sometimiento del pensamiento crítico y de la conciencia viva que desenmascara a la opinión única.

  Por eso, los pensadores, los profesores, los alumnos, han de crear vínculos solidarios en este momento de necesidad. No es momento de dispersión y sí de concentración: de ahí lo justificado de encontrarse en la plaza pública,(*) herederos de los filósofos de todos los tiempos y de la primera filosofía. Tenemos la fuerza inmaterial y civilizada del pensamiento y la palabra, que hay que oponer contra la fuerza burda de quien manda sin querer escuchar ni convenir.

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(*) Lunes, 28 de enero, a las 12 de la mañana, concentración en la plaza de Santo Domingo: “¡Por la Filosofía en el aula! NO a la LOMCE!

lunes, 7 de enero de 2013

IDIOMA PARA ENTENDERSE



Pasaba al lado de la frutería, regentada por magrebíes. En la puerta, dos mujeres jóvenes hablaban. Por su acento aminoré al marcha.

Hay también un niño de tez morena que reclamaba, a cada instante, la atención de su madre, la que viste un atuendo inequívocamente árabe (sí, ese que, las más de las veces, parece un uniforme distintivo) de pañuelo en la cabeza que oculta el cabello y deja al aire y a la vista un rostro delimitado, chaqueta amplia y larga, que no se ciña al cuerpo para no dejar traslucir las formas, y los zapatos cerrados, sin mostrar dedos.

Es joven esta mujer, que le habla a otra, rubia de pelo corto y de piel muy blanca, de cabeza descubierta,  que lleva un suéter azul claro, pantalón vaquero; en los pies calza zapatos con tacón alto; y en las manos sujeta un chaquetón, un bolso y un carrito de la compra.

-  Estoy deseando que comience de nuevo el colegio, este niño está insoportable, -dice la madre árabe en idioma español/castellano-, bien construido, pero hace eco el acento que revela la procedencia y la lengua materna de origen norteafricana, con sonidos guturales aspirados.

-  Al mío le pasa lo mismo, también tengo gana de que comience el colegio, a ver si se tranquiliza, - manifiesta su acuerdo la mujer rubia, que evidencia un acento eslavo, quizá ucraniano o ruso, donde los sonidos interdentales se destacan.

Siguen hablando. De eso y de otras cosas, de trabajo y de cómo le va el negocio de las frutas y verduras,… Es lo que oigo a una distancia prudencial para que no se sientan observadas y porque he de seguir hablando y dejando de palpar mis bolsillos como si quisiera encontrar algo, en disimulo por haberme detenido.

Pero sólo quiero observar que dos personas, foráneas, de diferentes y distantes procedencias geográficas, que han recalado en esta ciudad buscando trabajo y desarrollándolo, se entienden en un idioma que no es el de sus orígenes.

Y me ocurrió una manifestación de la misma anécdota en la pescadería del pueblo, donde tres hombres se comunicaban y entendían en el mismo idioma que es el mío. Un subsahariano, un europeo del Este y un español, que hablaban de la escasez de trabajo y de lo que se podía hacer en la huerta ahora que es invierno. Y ¿adivináis quién empleaba el español con mejor construcción y claridad en las frases? Os resuelvo la pregunta: el subsahariano, con su acento sonoro; porque el español autóctono hablaba en forma de “lugares comunes” y que casi exigía una retraducción.

No es, ni pretende ser, esto que aquí señalo una aportación para un análisis sociolingüístico.

Podríamos internarnos en las condiciones de vida de los inmigrantes y su situación de justicia.

Sí, de mucho podría hablarse.


Pero escribo hoy sólo lo de la cuestión lingüística.

Y seguro que vosotros os habréis encontrado con escenas similares que os llegan. Pero se me hace de agrado que personas venidas de allá las distancias, los montes y los mares, hablen la misma lengua y lo hagan con más interés y conocimiento que algunos autóctonos.

Y que el idioma en que pienso y me expreso sea vehículo de entendimiento y difusión, sencillamente, me gusta que así suceda.