miércoles, 18 de agosto de 2010

EN CEUTÍ: DE LAS VÍSPERAS Y DESPUÉS.



Es posible que se mire y se proyecte sobre el lugar donde se ha nacido las ‘virtudes’ de la patria chica. O que se quiera actualizar el pasado y mostrar el presente. Lo que sea, pero no con nostalgia: Ceutí sigue estando.
Acceder y encontrarse con la villa de Ceutí es lo de que hay que ir con ese propósito, porque no se encuentra en el camino hacia otros sitios. Por ejemplo, la estación de ferrocarril estaba aún más allá de Lorquí, (aunque se llamara Lorquí-Ceutí). Y hasta hoy, a pesar de los sensibles cambios y mejoras en infraestructuras –polígonos industriales, por ejemplo- y carreteras, Ceutí sigue estando casi en el mismo sitio: se accede, si es que el viajero quiere llegar, a través de Lorquí, o de Alguazas, u orientándose desde Molina de Segura, o desde Archena. (Todo esto quizá haya que explicarlo y matizarlo, pero será en otra ocasión).
Con su ‘Museo al aire libre’, (más de cien esculturas repartidas por toda la geografía ceutiense), el museo “Antonio Campillo”, el de las “7 Chimeneas” y el centro de arte moderno “La Conservera” (antes, ‘Ceutímagina’), Ceutí es un importante núcleo e indudable referente artístico con amplia proyección y fama. Que se pierde quien no lo visite y conozca.

Pero, hoy, en este apunte, se pone el foco en las recién terminadas fiestas. Porque
CEUTÍ es FIESTA EN AGOSTO.
Sobre todo, los primeros dieciséis días. (Las fiestas, en su componente religiosa, se hacen en honor a san Roque y santa María Magdalena). El día y la noche en la fiesta de Ceutí están diferenciados según los festejos por edad.
Este año no he ido a la suelta de la vaquilla, que es a las 7 de la mañana el día 15 (no es porque se me enfaden mis conocidos catalanes, en realidad es por no madrugar).
De los festejos, en esta ocasión de escritura, me centraré en el desfile de carrozas.
Nadie espere ver, -si es que va a Ceutí el 15 de agosto por la tarde-, una cabalgata espectáculo y de lucimiento. No es así, habitualmente no lo ha sido. Entonces, ¿es algo “de pueblo”? Es algo, bastante, más. Procuraremos ajustar la descripción. La participación es colectiva, mediante comparsas con un mínimo de 20 componentes. Y, a lo que se llama ‘carrozas’ , la única que se ajusta a tal nombre es la que transporta a las Floristas, (en otros lugares y fiestas se les llama ‘reina y damas de honor’. En Ceutí, se les llama Floristas; otra distinción de esta Villa, que tiene su fundamento).
A lo que se le conoce como “carrozas festeras” en Ceutí son camiones de diferente tonelaje, cuyo remolque se ha preparado para la ocasión; los componentes de las comparsas no van subidos (salvo algunos), sino que bailan improvisadas coreografías en el espacio que queda entre el remolque y un vehículo que transporta potentes altavoces emitiendo música actualísima.
Los danzantes no se exhiben: su interés no es el del espectáculo, sino que, tras haberse disfrazado para la ocasión (los pensionistas, de fantasía carnavalera, los que van de avatar, o de Hulk, de vendimiadores/as, la contribución de la comunidad ecuatoriana; y más grupos con otros motivos desenfadados), lo que han querido manifestar que son parte de la fiesta, que participan y que se lo pasan bien. Pero no hay intención de deslumbrar a quienes están en las aceras, mirando, sino de transmitir alegría. Y a buen seguro que lo hacen.
¿Pretende ser esto escrito aquí desde una proyección sentimental?
No, no lo es. Porque lo interesante es dejar constancia de que hay mucha gente cuyo principal interés, absolutamente legítimo, es “pasárselo muy bien” y compartirlo con todos quienes quieran.
Porque el destello en esta participación es que, en los quince días anteriores, los grupos se han estado reuniendo en algún lugar en donde han planeado lo que iban a hacer pero, fundamentalmente, han adelantado la diversión: han celebrado las vísperas, -que creo que son lo mejor de la fiesta-, reuniéndose, al anochecer, cada día en torno a la comida y bebida, a las que todos contribuyen y, fundamentalmente, los/las más habilidosos/as ofrecen sus artes culinarias para disfrute de comparseros, familiares, amigos, vecinos y viandantes. Es la verdadera fiesta: la reunión, el desenfado y la contribución solidaria hace vivir cada día el gusto de la amistad y la alegría. Es la cita anual a la que los de Ceutí no suelen faltar. Y en la que me atrevo a decir que todos los habitantes, de uno u otro modo, participan.
Lo del día del desfile de carrozas es importante, sí; pero es el punto final de lo esencial vivido en los días anteriores. Ahora toca mostrarlo a los demás; ya digo, no como exhibición, sino como idea ya realizada de un motivo gracioso que se ha ido elaborando. Y, aún más destacable que, a pesar de la crisis, la participación ha sido numerosa en comparsas, no ha habido premios ni competitividad: sólo –y no es poco- la extraordinaria satisfacción por participar y manifestarlo ante todos.
Días después, tras el descanso de tanto frenesí festero y a la vuelta de unas cortas vacaciones, los componentes de comparsas se volverán a reunir, en torno a una mesa bien servida, para comentar, rememorar anécdotas y, seguramente, plantear qué va a pasar el año que viene.
Esto es lo que hay. Y así queda dicho.

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