viernes, 3 de diciembre de 2010

Onomástica de BÁRBARA, mi nieta; 4 de diciembre.





Bárbara, que apenas tiene 6 meses, celebra con todos nosotros su primer ‘santo’.
Es una chica muy especial (y no sólo por ser mi nieta), porque:
• conoce el dolor por algo que no funcionaba adecuadamente en su organismo;
• ha superado con rapidez la intervención quirúrgica del pasado octubre;
• ha traspasado con energía y entereza el umbral del malestar: ha sido prodigiosa su recuperación; hasta el punto de que ella misma se siente fuerte y demanda la atención que toda criatura de esa edad necesita; podría afirmarse que aún más, pues llama a cada momento para que se estime su presencia con ánimo y dinamismo; reclama su lugar y atención legítimos.
• Cada día sonríe más.

Y vengo también a decirle que, en el tiempo que tuve que pasar en la “mili” (era obligatoria; ahora, no), fui de Artillería, - el rayo que cayó en su martirio ha hecho que sea relacionada con los explosivos y así es patrona del arma de Artillería-: la patrona es santa Bárbara. Por lo que esta vez, con total paz, (“Me diste por tu amor ser lo que soy, me diste la aristocracia de ser solamente un artillero”)- voy a disponer que disparen las salvas de ordenanza –sólo pólvora alegremente ruidosa, que no lleva proyectil ni malignidad alguna-, en honor de mi nieta: porque hoy es su festejo.

Venimos aquí a reconocernos en los sentimientos. En el intento de dominar el tiempo, para lo que hay que crear emoción: es lo único que desafía al tiempo y que permite a los seres humanos conectar con otros humanos. Por ejemplo, el poder que tiene el arte, la música, que es el lenguaje más universal.
Música quiero hoy para mi nieta Bárbara.
Componer una nana
cuyas palabras

pronunciarlas,
ella quisiera
si pudiera.
Contar un cuento
junto al mar
y que las olas
hablaran de barcos,
de azules cálidos
y de alegres personajes niños.
Dejarse acariciar por el sol
y refrescar el rostro
en el agua,
en una eterna canción
de espuma,
junto a Valeria.
Esperar la mesa puesta
donde no falte el pan
y donde se sienten
quienes Bárbara quiera.


Desvelar ese mundo que late en el cuerpo y la mente de Bárbara, que sabe de dolor y de superación en el mundo real.
Escribir algo en esta ocasión, es más que una aventura: una peregrinación, como forma de conocimiento, como la que nos condujo a querer por no saber. La naturaleza, también el arte y la vida misma, están en ella contenidas, como un ser humano que se hace TÚ a quien se habla.
Hoy las palabras, que nombran las cosas, no pueden ser Bárbara misma: en ella hay una armonía del mundo que se dice en su ritmo.
En la búsqueda del origen, viéndola crecer superando feliz y exitosamente la adversidad, la niña manifiesta sólo el murmullo de lo que está a punto de ser dicho y al final se calla.
En tu primera celebración onomástica:
¡¡FELICIDADES, BÁRBARA!!