La caída.
A Charo y a
Santiago.
Os habéis caído al
suelo, literalmente. Cada quien en un lugar distinto: una, en casa, resbalón sin
testigos. El otro, en el escalinata del colegio de los nietos, con presencia.
Han pasado los
días, y la consternación inicial que causa la noticia, y la lógica ausencia de
detalles, da paso al alborozo de que no hay nada áspero ni lastimado.
Cada caída es
distinta, singular.
Habrá autorizados
que hablen del por qué se produce una caída, con explicaciones anatómicas y no
sé qué insondables causas. Se lo dejamos a ellos.
Explorar el
sentido de la caída, de vuestro desplome. Y digo: es un recorrido por los
ángulos y vértices del triángulo escaleno que es la existencia:
· casualidad,
pues nadie quiere caer. En un azaroso contratiempo que prueba la ley de la
gravedad.
· susto
por desequilibrio y por si alguna consecuencia indeseada.
· Y alzarse.
Volver a ponerse en pie, con ayuda de cirineo o con la fuerza de no abandonarse
en soledad. Caminar y adelante.
Toda una referencia.
Es la llamada de la
tierra (en este caso, duro suelo). Que se suele contar, afortunadamente, con
humor. Y “¿qué hago yo aquí en una situación como ésta?”. La tierra, como lecho
de acogida, que nos renueva la energía.
“Entre tus manos me tienes,
tierra soy”.
dicen los versos de
Dámaso Alonso.
La causa y culpa,
para el escalón y para el agua derramada.
Pero no hay que empequeñecer
el sentido de la caída. Tampoco el de incorporarse y continuar. Porque es una experiencia.
Y, como toda comprobación, un aprendizaje.
¿Y qué si no fue la
caída de Saulo de Tarso en el camino de Damasco? Una experiencia para, desde la
oscuridad, acceder a la luz. En el ámbito de influencia cristiana tiene gran
eco y predicamento lo de las “Caídas”. Pero lo más significativo y esperanzador
es remontarlas, con o sin ayuda.
Y como dice el
saber popular, ante la adversidad:
“Vista al frente, paso
firme y disgusto superado”.
Porque os necesitamos
enteros para proyectos y lecturas, un futuro en marcha.
¡Cuánta razón, querido amigo! Nos caemos para volver al levantarnos y salir fortalecidos gracias al apoyo de los seres queridos, el mejor báculo siempre. En el aniversario de mi caída en tierras norteamericanas tu escrito me sirve de acicate y también de bálsamo de heridas aún en proceso de cicatrización 😄
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