Permitidme que hable de mí. Es una licencia que me tomo. Porque hoy no me he incorporado al trabajo. Ya lo sabíais: me acogí a la jubilación anticipada.
Desde hace más de un mes, consideré que este día, para mí, tenía un significado y sentido singulares: nadie me iba a reclamar en ningún punto de trabajo, pues ya no tengo que asistir. (Da algo así como vértigo: es irreversible, no se puede ir hacia atrás; si alguien se decide por la jubilación, ahora no se puede arrepentir y retornar a la tarea).
Entonces, si esto es así… vayamos a vivirlo, del mejor y más creativo modo. Pues es lo que toca, empezando por intentarlo. Hay que estrenar el nuevo tiempo.
Desde el comienzo de verano, decidí no abordar las elucubraciones sobre qué futuro organizarme en esta etapa tan singular. Y consideré que había que transitar las últimas vacaciones que iba a disfrutar como tales. (Por aquello de que, a partir de ahora, parece –según la vox populi- que todo son “vacaciones”…).
Lo primero que he hecho en este día ha sido ir al gimnasio: así lo que he querido, comenzar con el ejercicio físico y algo de disciplina, que no sea lo de caer en la tentación de quedarse en la cama hasta no sé cuándo, suponiendo que no hay prisa,… La verdad es que me ha sentado bien el tiempo de ejercicios aeróbicos, más algún moderado ejercicio en la sala de musculación,… sin pasarse, que es el primer día. Y que hay que seguir.
Luego me he ido a desayunar con los compañeros de trabajo. No, no es por darles “envidia”,…; es por no perder el contacto. Y, a su vez, por si ha quedado algo por ahí en que se pueda echar una mano, sobre todo en cuestiones en que se pueda ayudar a quien ocupa el puesto. Una autoconfesión ‘altruista’ (digámoslo así); pero es que uno habrá dejado de trabajar, pero no ha renunciado a los/las compañeros/as.
Pasado el mediodía, alguien me ha llamado al móvil para requerirme por si podía acompañarle a su casa, que está de reformas, (creo que se puede decir que es una casa nueva) y así darle mi opinión y ayudarle en alguna gestión. Ya digo: por aquello de que “¡…como ya no tienes nada que hacer…!”. He ido, sí, porque la amistad también hay que cultivarla. Y, si se puede, no está mal eso de ver cómo se modifica una vivienda, acompañando en la impaciencia de los días que pasan y que se hacen muy largos para quien quisiera disponer de su hábitat soñado y pretendido.
Pero me parece que voy a tener que decirles, a quienes me tratan de cerca, que tengo muchas cosas que hacer.
Y que ahora, precisamente, es cuando voy a empezar a hacerlas. Como, por ejemplo, leer de día (y de noche, también, si se quiere). Me he acordado del “Retablillo de don Cristóbal”, de F. García Lorca, en un momento del principio, en que el personaje ‘Poeta-autor’ dice:
- “Quiero que haya un silencio tan profundo que oigamos el glú-glú de los manantiales. Y si un pájaro mueve un ala, que también lo oigamos, y si una hormiguita mueve la patita, que también la oigamos, y si un corazón late con fuerza, nos parezca una mano apartando juncos de la orilla”.
¿Veis? Es un catálogo alternativo de acciones, al fin y al cabo. Pues eso digo: que hay mucho por descubrir y recorrer.
He recibido en el correo una sugerencia para hacer en este periodo vital que ahora se inicio:
- “Seguro que tienes mucho por hacer, que ya has pensado en cómo organizarte para ir realizando lo que quisieras y te hayas propuesto. Si me permites, me gustaría hacerte una sugerencia: podrías ESCRIBIR”.
Sí, es una buena sugerencia, que agradezco a mi corresponsal, pero... Porque es difícil entregarse al oficio de escribir. Por las razones de que lo primero de todo es tener talento y una forma de expresión definida y característica, con la sensibilidad de lo que interesa (temas y formas) a quien escribe y a la determinación de quiénes pueden ser sus destinatarios/lectores. Complejo todo esto ¿verdad? Y es porque, más que probablemente, uno no dispone de originalidad ni del mínimo dominio de estructuras literarias y de esenciales cualidades, (no digamos ya de ‘fórmulas’). El quehacer de escritor necesita mucha forja. (Se puede decantar por ser sincero y transparente, que es una actitud fuera ya de moda y, entonces, inclinarse en favor de la hipocresía y lo políticamente correcto en una sociedad en la que casi nadie dice lo que piensa, para no quedar mal o conservar su puesto de trabajo, a la vez que casi nadie quiere escuchar verdades). La escritura exige saber caminar. Y no sólo por sus estructuras narrativas, además de valorar los temas abordados y las reflexiones con las que atraer, agradar e, incluso, sorprender al lector.
Todo necesita un aprendizaje. Este momento que ahora se inicia, también. A estas edades, cada cual procura –creo- ir inventándose su vida, su rostro, su oficio. Y se sabe que, para conseguirlo, hace falta encontrar una ocupación, porque uno no quiere ser bohemio, nada de vivir a salto de mata. Explorar las superficies y algunas profundidades. Conocer los afectos, descubrir los límites.
¿Qué se quiere, en realidad? ¿Qué se está buscando? Seguro que tener un cuerpo en ciertas condiciones favorables para que la vida de la mente se desarrolle. ¿Se espera alguna recompensa? ¿Se disipará nuestra soledad, o la vida de la mente es en sí misma una recompensa? (La vida humana está hecha de preguntas y la búsqueda de respuestas). Desde luego, hay que ir más allá, y con consistencia, de las pequeñas observaciones, anécdotas, o vagos deseos que se proyectan al futuro.
Y hay también otras posibilidades y dimensiones: mis nietas, (que tengo dos).
Y los viajes posibles.
Ya estamos,…
Todo esto para decir que ya no sirve de nada improvisar ni entregarse de modo más o menos difuso; hay que pensarlo y hacerlo.
Y en ello estoy.
Os seguiré diciendo cómo me va y qué hago. Porque no me deis “de baja”।Mientras tanto, procurad pasarlo bien.
Desde hace más de un mes, consideré que este día, para mí, tenía un significado y sentido singulares: nadie me iba a reclamar en ningún punto de trabajo, pues ya no tengo que asistir. (Da algo así como vértigo: es irreversible, no se puede ir hacia atrás; si alguien se decide por la jubilación, ahora no se puede arrepentir y retornar a la tarea).
Entonces, si esto es así… vayamos a vivirlo, del mejor y más creativo modo. Pues es lo que toca, empezando por intentarlo. Hay que estrenar el nuevo tiempo.
Desde el comienzo de verano, decidí no abordar las elucubraciones sobre qué futuro organizarme en esta etapa tan singular. Y consideré que había que transitar las últimas vacaciones que iba a disfrutar como tales. (Por aquello de que, a partir de ahora, parece –según la vox populi- que todo son “vacaciones”…).
Lo primero que he hecho en este día ha sido ir al gimnasio: así lo que he querido, comenzar con el ejercicio físico y algo de disciplina, que no sea lo de caer en la tentación de quedarse en la cama hasta no sé cuándo, suponiendo que no hay prisa,… La verdad es que me ha sentado bien el tiempo de ejercicios aeróbicos, más algún moderado ejercicio en la sala de musculación,… sin pasarse, que es el primer día. Y que hay que seguir.
Luego me he ido a desayunar con los compañeros de trabajo. No, no es por darles “envidia”,…; es por no perder el contacto. Y, a su vez, por si ha quedado algo por ahí en que se pueda echar una mano, sobre todo en cuestiones en que se pueda ayudar a quien ocupa el puesto. Una autoconfesión ‘altruista’ (digámoslo así); pero es que uno habrá dejado de trabajar, pero no ha renunciado a los/las compañeros/as.
Pasado el mediodía, alguien me ha llamado al móvil para requerirme por si podía acompañarle a su casa, que está de reformas, (creo que se puede decir que es una casa nueva) y así darle mi opinión y ayudarle en alguna gestión. Ya digo: por aquello de que “¡…como ya no tienes nada que hacer…!”. He ido, sí, porque la amistad también hay que cultivarla. Y, si se puede, no está mal eso de ver cómo se modifica una vivienda, acompañando en la impaciencia de los días que pasan y que se hacen muy largos para quien quisiera disponer de su hábitat soñado y pretendido.
Pero me parece que voy a tener que decirles, a quienes me tratan de cerca, que tengo muchas cosas que hacer.
Y que ahora, precisamente, es cuando voy a empezar a hacerlas. Como, por ejemplo, leer de día (y de noche, también, si se quiere). Me he acordado del “Retablillo de don Cristóbal”, de F. García Lorca, en un momento del principio, en que el personaje ‘Poeta-autor’ dice:
- “Quiero que haya un silencio tan profundo que oigamos el glú-glú de los manantiales. Y si un pájaro mueve un ala, que también lo oigamos, y si una hormiguita mueve la patita, que también la oigamos, y si un corazón late con fuerza, nos parezca una mano apartando juncos de la orilla”.
¿Veis? Es un catálogo alternativo de acciones, al fin y al cabo. Pues eso digo: que hay mucho por descubrir y recorrer.
He recibido en el correo una sugerencia para hacer en este periodo vital que ahora se inicio:
- “Seguro que tienes mucho por hacer, que ya has pensado en cómo organizarte para ir realizando lo que quisieras y te hayas propuesto. Si me permites, me gustaría hacerte una sugerencia: podrías ESCRIBIR”.
Sí, es una buena sugerencia, que agradezco a mi corresponsal, pero... Porque es difícil entregarse al oficio de escribir. Por las razones de que lo primero de todo es tener talento y una forma de expresión definida y característica, con la sensibilidad de lo que interesa (temas y formas) a quien escribe y a la determinación de quiénes pueden ser sus destinatarios/lectores. Complejo todo esto ¿verdad? Y es porque, más que probablemente, uno no dispone de originalidad ni del mínimo dominio de estructuras literarias y de esenciales cualidades, (no digamos ya de ‘fórmulas’). El quehacer de escritor necesita mucha forja. (Se puede decantar por ser sincero y transparente, que es una actitud fuera ya de moda y, entonces, inclinarse en favor de la hipocresía y lo políticamente correcto en una sociedad en la que casi nadie dice lo que piensa, para no quedar mal o conservar su puesto de trabajo, a la vez que casi nadie quiere escuchar verdades). La escritura exige saber caminar. Y no sólo por sus estructuras narrativas, además de valorar los temas abordados y las reflexiones con las que atraer, agradar e, incluso, sorprender al lector.
Todo necesita un aprendizaje. Este momento que ahora se inicia, también. A estas edades, cada cual procura –creo- ir inventándose su vida, su rostro, su oficio. Y se sabe que, para conseguirlo, hace falta encontrar una ocupación, porque uno no quiere ser bohemio, nada de vivir a salto de mata. Explorar las superficies y algunas profundidades. Conocer los afectos, descubrir los límites.
¿Qué se quiere, en realidad? ¿Qué se está buscando? Seguro que tener un cuerpo en ciertas condiciones favorables para que la vida de la mente se desarrolle. ¿Se espera alguna recompensa? ¿Se disipará nuestra soledad, o la vida de la mente es en sí misma una recompensa? (La vida humana está hecha de preguntas y la búsqueda de respuestas). Desde luego, hay que ir más allá, y con consistencia, de las pequeñas observaciones, anécdotas, o vagos deseos que se proyectan al futuro.
Y hay también otras posibilidades y dimensiones: mis nietas, (que tengo dos).
Y los viajes posibles.
Ya estamos,…
Todo esto para decir que ya no sirve de nada improvisar ni entregarse de modo más o menos difuso; hay que pensarlo y hacerlo.
Y en ello estoy.
Os seguiré diciendo cómo me va y qué hago. Porque no me deis “de baja”।Mientras tanto, procurad pasarlo bien.
Para mí también es el comienzo de una nueva vida, yo no me jubilo, pero cierro puertas para abrir otras.
ResponderEliminarHe dejado mi antigua casa, el pueblo , un amor, un hombre, mi antiguo trabajo ,la enfermedad y la pobreza del alma. Estoy en un nuevo camino.....y parece muy hermoso, voy hacia la luz............
Te animo a que sigas en el empeño de escribir,con el tiempo cogerás las experiencias que te inspirán en tus narraciones.
ResponderEliminarP.D. me das mucha envidia.Tere Fernández
Me uno a Tere, te animo a escribir, lo haces muy bien y nos gusta leerte.Yo no quiero relevarte de "compañero" aunque te hayas jubilado, me quedo con el compañero y amigo. Santi.
ResponderEliminarComo te narraba ayer, tu cambio me recuerda a una nuevo libro que acabo de comenzar, el cuál empieza con el comentario que te hice ayer.
ResponderEliminarGracias, por tus " consejos literarios".
Espero que Apolo, desde su atalaya en el monte Parnaso, te tenga reservadas 2 partes de aventura por cada una de tranquilidad, 100 gramos de emoción sobre una fina capa de serenidad y una pizca de dulce rutina que adorne y engalane tu flamante libertad. No obstante, de forma egoista, lo que realmente anhelo para tu futuro es que sea un lugar agradable donde vivir, para tí, y para los que deseamos pasar parte de nuestra vida en él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jfe
Todo llega en esta vida, incluso la jubilación. Supongo que será una sensación extraña al principio y que deberás llenar el tiempo con actividades, de otro modo se haría muy largo todo: ejercicio fisico, paseos, ordenador,...
ResponderEliminarUn abrazo