domingo, 15 de mayo de 2011

NOCHE ‘BLANCA’ EN CARTAGENA: DE LIBROS Y LECTURAS; DE MUSEOS Y CONCIERTOS; DE VIOLINES, LUNA Y LUZ.

Acudo, una vez más, a Cartagena en la noche de los Museos, en el marco de la edición cultural del “Mucho más mayo” cartagenero.
Impresiona la gran cantidad de personas que pasean y llenan calles y plazas, bares y explanadas, museos y conciertos al aire libre.
Hubo que elegir: en cinco horas de estancia en la ciudad portuaria, -hay que reconocerlo-, no se puede abarcar la impresionante oferta de actividades y de lugares que visitar. Hay que dosificarse, y cada año establecer el “¿qué ver y a qué asistir?”, y en unas cuantas ediciones…
De las incontables caras que ofrece el poliedro cartagenero, sólo podemos situarnos en unos pocos vértices:
Tras un breve paseo, impregnándose del ambiente de las calles repletas y de los escenarios dispuestos, comenzamos con la presencia en la librería “Escarabajal”, de la calle Mayor, para un filandón literario. Diversas lecturas, que comenzó María Dueñas, (“El tiempo entre costuras”), siguieron otros leyendo, interrumpido el silencio por el estrépito de apertura de las botellas de cava con que se obsequió a los asistentes. Destacamos la singular presentación del libro de Isabel Mellado, El perro que comía silencios: la propia autora leía fragmentos y, a continuación, interpretaba breves piezas con su violín. La presentó la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar en diálogo con el editor Juan Casamayor, de la editorial ‘Páginas de Espuma’ y con la autora.
Salimos de la librería y a la calle, porque, aunque estábamos bien, el tiempo avanzaba y se consumía: había que comer algo para seguir y resistir la noche.
Los bares, (destacamos “La Catedral”, recientemente inaugurado), restaurantes y cafeterías estaban a rebosar. Por lo que hubo que tomar sólo una cerveza con tapa, ya que la espera para más pitanza podría restarnos sensiblemente de asistir a más sitios.
La cola de espera para entrar al museo y anfiteatro romanos disuadió de colocarse. Otra vez será. La feria de arte en el ático del hotel NH cerró antes de las doce. Las filas se repetían frente a todos los museos, centros expositivos y espacios públicos.

En la puerta del ayuntamiento, un concierto de la orquesta de cámara de Cartagena. Pero hay demasiada gente, que habla e impide escuchar con agrado lo que allí se interpreta musicalmente.

Claro de Luna.
Decidimos explorar otros sitios. La Luna, en lo alto, en fase avanzada de creciente, ilumina las calles, compitiendo con el alumbrado, pero poniendo un perfil y aire sugestivos.
De camino hacia el MURAM, por calle Cuatro Santos, llama la atención que un grupo de personas mira en silencio hacia dentro de una calleja-rincón (calle del Mico). Al acercarnos, oímos un violín y un piano, llenando el aire de sonidos amables, de fragmentos conocidísimos y pegadizos de música clásica. Se ha creado un ambiente intimista y dulcemente acogedor, que se paladea junto con las galletas dulces que ofrecen en ese lugar. Suena Beethoven, en su ‘Claro de Luna’.

La exposición del MURAM es sobre “pasajes del cuerpo contemporáneo”. La creación artística en torno al cuerpo humano, lugar de la experiencia. Obras de creadores y artistas de renombre y fama (Salvador Dalí, Tàpies, Genovés, Valdés,…) ocupan las salas. El trabajo estético, visto desde diferentes enfoques, es para deleitarse tranquilamente, pero se rebasa el tiempo.
Volvemos por la calle de los Refugios, donde la gente espera acceder al ascensor. Subido en una grúa, un muchacho pinta grafitti en las paredes.
Llegamos al puerto. El buque más grande de la Armada española, el 'Juan Carlos I' está, con todas las luces encendidas, en el muelle de La Curra.

Un concierto de música juvenil y moderna junto al Arqua, donde hay una ingente masa de jóvenes y no tanto.

La presencia solidaria con Lorca, tras el terremoto, era evidente en la recogida de donativos en todos los lugares: 'Cartagena, con Lorca'.

Eran más de los dos de la madrugada: había que regresar a Murcia। Lo hacemos con la consciencia de que hemos disfrutado de la noche de los Museos, pero que ha quedado mucho por ver: consideramos que aplazado en gustosa espera, hasta el año que viene. Pues, como dice Tolstoi: "La felicidad consiste no en hacer siempre lo que se quiere, sino en siempre haber querido hacer lo que se hace”.
Y a Cartagena hay que ir.

1 comentario:

  1. ¡ Bendito MMM que nos ha traído una nueva entrada tuya, después de tanto tiempo, y a tí las ganas de hacerla!

    Y, por supuesto, las ganas de repetir la experiencia... con tiempo por delante.

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