Para comenzar, expreso mi preocupada alegría y la esperanza en este movimiento pacífico. Es un momento sencillo y poliédrico a la vez: sencillo y contundente, porque hay más que sobrados motivos para la indignación. Y complejo porque no sólo se trata de jóvenes –que son los que mayoritariamente se manifiestan-, que han nacido en democracia. Y a ellos se unen personas de todas las edades, que sí conocen el silencio y la censura, el miedo. Y que también están legítimamente indignados.
Los acampados no tienen miedo y sí decisión. No sólo se trata de poner en evidencia la mortecina vida política y su escasa sintonía con los ciudadanos, no sólo se trata de rebelarse contra la economía, la forma de abordar la crisis y el poder omnímodo que poseen y que nadie les ha otorgado a los llamados “mercados”,… Ni lo que dicen algunos relevantes medios de comunicación, que hablan/escriben como si poseyeran la verdad incuestionable; - y a quien nadie ha elegido para que ejerzan ese poder manipulador-.
Porque lo que se desprende de los integrantes de las acampadas, concentrados en las plazas de las ciudades de España, es de que, en paz y con decisión, con claridad, millones de personas puedan expresarse y mostrar, en la práctica, sus pretensiones de participar en vida social y política desde otros presupuestos, y su exigencia de ser tenidos en cuenta, a la vez que vapulean y dejan en evidencia el actual sistema político y de representación.
Los partidos políticos se inquietan: el fenómeno que supone este movimiento queda fuera de su control y no hay acceso, de momento, a discutir o negociar con los manifestantes. Y a tales partidos no debería de cogerles por sorpresa, porque se viene expresando en hechos y muestras de la aversión, el desafecto y el rechazo creciente a sus métodos y a su no representatividad, que está manos de “los mercados”: “Rey don Sancho, rey don Sancho, / no dirás que no te aviso…” Primero se consideró que no había razones para la protesta y la rebeldía (“se ha vivido por encima de las posibilidades y, ahora, a callar”). Y, en vez de ponerse a reflexionar los propósitos, -porque no hay programas, que llegarán, en breve-, han intentado desacreditar a los revolucionarios, sin conseguirlo. A pesar del ruido mediático para descalificar –y aprovechar para culpar al gobierno y dar argumentos para mantener a sus simpatizantes-votantes, (medios de comunicación y periodistas profesionales del exabrupto, la descalificación), que viven en la paranoia de la conspiración (no siendo verdad, está bien construida y cala en amplios sectores; podemos recordar la “conspiración judeo-masónica” que como un espantajo exhibía el franquismo; y ahora siguen esos pasos, pero ‘mejorados’ por los avances de los medios de comunicación y porque hay muchísima gente a quienes les encantan los relatos de ciencia-ficción bien construidos).
Lo que escriben y gritan los concentrados es mucho más interesante para la ciudadanía que lo que dicen los partidos políticos -éstos deberán adaptarse, renovarse-.
Duren lo que permanezcan, es un aldabonazo estruendoso que no deja a nadie indiferente y tiene y tendrá consecuencias.
Y ahí están.
A los planteamientos y exigencias del Movimiento 15-M ‘Democracia real’, (más allá de aquel lema del mayo del 68 francés: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, lo que ahora se pide es posible. Otra cosa distinta es que se pueda hacer inmediatamente), de participación democrática, de que haya futuro, trabajo y vida buena, con valores. Los indignados saben lo que no quieren –es su punto de partida- y también aspiran a lo que quieren. Más allá de la aparente ingenuidad, los asistentes se organizan, forman comités, -hay, indudablemente, personas preparadas detrás y delante de esto, pertenecen a la mejor generación de españoles-, y sus concentraciones funcionan como una sociedad plural, ordenada y participativa: es la propuesta de un pretendido modelo que debe ser, cuando menos, considerado. Se están sumando intelectuales que aportan fundamentación al movimiento. Quien ha escrito “¡Indignaos!” (http://conspiraciones.blog.com.es/2011/02/16/texto-integro-de-indignaos-de-hesse-10607025/) es Stéphane Hessel, que es además un luchador de la Resistencia francesa, uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con prólogo de José Luis Sampedro, economista y escritor, uno de los redactores de “Reacciona” (http://www.blogger.com/(http://www.librosaguilar.com/es/libro/reacciona/)) son personas de indudable talla intelectual. Es una ayuda a la permanencia y proyección futura.
¿Seguirán las cosas igual? Quiero creer que no.
• Porque se ha expresado en libertad, públicamente y en voz alta la inconformidad y la necesidad de futuro en democracia.
• Porque se reivindica la honestidad, la lealtad y la ética.
• Porque se sabe y se siente que el afán de ganar dinero llega hasta el fraude y el engaño, poniendo en serio peligro el futuro, la convivencia y la vida.
• Estos sueños alcanzables fecundan de ideas y acreditan la práctica social y política en libertad y participación.
Queremos creer que otro mundo más justo es posible a corto plazo y no sólo es un bello e ingenuo sueño.
Seguiremos hablando.
Los acampados no tienen miedo y sí decisión. No sólo se trata de poner en evidencia la mortecina vida política y su escasa sintonía con los ciudadanos, no sólo se trata de rebelarse contra la economía, la forma de abordar la crisis y el poder omnímodo que poseen y que nadie les ha otorgado a los llamados “mercados”,… Ni lo que dicen algunos relevantes medios de comunicación, que hablan/escriben como si poseyeran la verdad incuestionable; - y a quien nadie ha elegido para que ejerzan ese poder manipulador-.
Porque lo que se desprende de los integrantes de las acampadas, concentrados en las plazas de las ciudades de España, es de que, en paz y con decisión, con claridad, millones de personas puedan expresarse y mostrar, en la práctica, sus pretensiones de participar en vida social y política desde otros presupuestos, y su exigencia de ser tenidos en cuenta, a la vez que vapulean y dejan en evidencia el actual sistema político y de representación.
Los partidos políticos se inquietan: el fenómeno que supone este movimiento queda fuera de su control y no hay acceso, de momento, a discutir o negociar con los manifestantes. Y a tales partidos no debería de cogerles por sorpresa, porque se viene expresando en hechos y muestras de la aversión, el desafecto y el rechazo creciente a sus métodos y a su no representatividad, que está manos de “los mercados”: “Rey don Sancho, rey don Sancho, / no dirás que no te aviso…” Primero se consideró que no había razones para la protesta y la rebeldía (“se ha vivido por encima de las posibilidades y, ahora, a callar”). Y, en vez de ponerse a reflexionar los propósitos, -porque no hay programas, que llegarán, en breve-, han intentado desacreditar a los revolucionarios, sin conseguirlo. A pesar del ruido mediático para descalificar –y aprovechar para culpar al gobierno y dar argumentos para mantener a sus simpatizantes-votantes, (medios de comunicación y periodistas profesionales del exabrupto, la descalificación), que viven en la paranoia de la conspiración (no siendo verdad, está bien construida y cala en amplios sectores; podemos recordar la “conspiración judeo-masónica” que como un espantajo exhibía el franquismo; y ahora siguen esos pasos, pero ‘mejorados’ por los avances de los medios de comunicación y porque hay muchísima gente a quienes les encantan los relatos de ciencia-ficción bien construidos).
Lo que escriben y gritan los concentrados es mucho más interesante para la ciudadanía que lo que dicen los partidos políticos -éstos deberán adaptarse, renovarse-.
Duren lo que permanezcan, es un aldabonazo estruendoso que no deja a nadie indiferente y tiene y tendrá consecuencias.
Y ahí están.
A los planteamientos y exigencias del Movimiento 15-M ‘Democracia real’, (más allá de aquel lema del mayo del 68 francés: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, lo que ahora se pide es posible. Otra cosa distinta es que se pueda hacer inmediatamente), de participación democrática, de que haya futuro, trabajo y vida buena, con valores. Los indignados saben lo que no quieren –es su punto de partida- y también aspiran a lo que quieren. Más allá de la aparente ingenuidad, los asistentes se organizan, forman comités, -hay, indudablemente, personas preparadas detrás y delante de esto, pertenecen a la mejor generación de españoles-, y sus concentraciones funcionan como una sociedad plural, ordenada y participativa: es la propuesta de un pretendido modelo que debe ser, cuando menos, considerado. Se están sumando intelectuales que aportan fundamentación al movimiento. Quien ha escrito “¡Indignaos!” (http://conspiraciones.blog.com.es/2011/02/16/texto-integro-de-indignaos-de-hesse-10607025/) es Stéphane Hessel, que es además un luchador de la Resistencia francesa, uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con prólogo de José Luis Sampedro, economista y escritor, uno de los redactores de “Reacciona” (http://www.blogger.com/(http://www.librosaguilar.com/es/libro/reacciona/)) son personas de indudable talla intelectual. Es una ayuda a la permanencia y proyección futura.
¿Seguirán las cosas igual? Quiero creer que no.
• Porque se ha expresado en libertad, públicamente y en voz alta la inconformidad y la necesidad de futuro en democracia.
• Porque se reivindica la honestidad, la lealtad y la ética.
• Porque se sabe y se siente que el afán de ganar dinero llega hasta el fraude y el engaño, poniendo en serio peligro el futuro, la convivencia y la vida.
• Estos sueños alcanzables fecundan de ideas y acreditan la práctica social y política en libertad y participación.
Queremos creer que otro mundo más justo es posible a corto plazo y no sólo es un bello e ingenuo sueño.
Seguiremos hablando.
Juan,
ResponderEliminarparece que vuelven a ser tiempos para la lírica...
¡Un abrazo!
¡ Amigo, tú equivocaste la carrera, tú valías para periodista "de calle"...!
ResponderEliminarYa he reenviado - espero que no te importe - tu texto a Cuba y a ARgentina, a unos amigos que siguen muy de cerca la actualidad política. Muchas gracias por ayudarme a informarlos así, con claridad y objetividad.