Por la calle de santa Teresa paso casi
a diario. Y siempre me fijo en el llamativo edificio que es la casa Díaz Cassou,
hoy templo cultural. Leo lo que ofrecen en sus cristales. Entro y me entero.
Hoy me he decidido a contar la visita, las impresiones y lo que se contiene.
La Casa Díaz Cassou, edificio modernista singular,
que fue del escritor y abogado murciano Pedro Díaz Cassou, construida en 1906,
hospeda y ampara a las fundaciones Antonio Campillo y José Antonio Molina
Sánchez, con exposiciones permanentes. También se da cabida en el edificio a la
Academia de Bellas Artes.
(La nota
discordante, en el exterior, es que las fachadas del edificio están
notablemente afeadas por las pintadas-grafiti de los impunes grafiteros, -que
están extendidas a todo tipo de edificios y paredes ciudadanas-, a quienes no
sería difícil contener con claro objetivo y voluntad política, y hacerles
pagar, si no se ampararan, entre otros “paraguas”, en su minoría de edad legal,
en el encubrimiento de sus familias y en que las ordenanzas no son -¿acaso no pueden
ser?- específicas y directas al problema).
Quienes vivimos por voluntad e
inclinación en la cultura –sea cual sea su manifestación y pueda llamarse así-
sabemos que los proyectos culturales tienen que ser avalados por parte de las
instituciones y la iniciativa privada. Pero el recorte en las ayudas, el
“parón” en los proyectos y en la Ley de Mecenazgo y los gravámenes en impuestos
son la tónica más actual; lo que se viene haciendo habitual: “malos tiempos
para la lírica”.
Que deseamos que pase pronto esta etapa
y haya dinámico pulso en las expresiones culturales. La pregunta podría ser la
de “¿Qué
hacer?” La respuesta, de
momento, es simple: Apoyarnos unos a otros, abiertos a las nuevas ideas y
gestiones, a quienes vienen con sus obras modeladas, musicadas, escritas,
pintadas, escenificadas,…
Como podría y debe ser el caso de
esta forma de cooperación colectiva, de instituciones, edificios y fundaciones,
como las de “Antonio Campillo” y “Molina Sánchez”, por sí mismos, abriendo y
ampliando posibilidades a artistas que buscan apoyo y seguidores.
(Otra pregunta que se formuló, es la
de que “Para qué sirve una Academia de Bellas
Artes?” Y, por extensión, cualquier Academia: más que una definición, se espera una aportación de proyectos decididos a regar las mentes y sensibilidades de los murcianos y murcianas).
Otra Academia, la “Alfonso X el Sabio”,
sigue, en otras actividades participativas, con el Club de Lectura en torno a
autores y obras de Murcia. Así, el próximo jueves 27, hay un intercambio, tras
la lectura, de un libro de Díaz Cassou.
¿Cómo podrían lanzarse proyectos en
estas plataformas? Es fundamental que los impulsores de proyectos hayan de ser
personas activas, porque lo que se lanza no es sólo un proyecto sino una
campaña en sí misma.
Por hoy, sólo esta muestra.
Seguiremos con todo esto en próximas
entregas, para hablar la accesibilidad y disfrute de algunas manifestaciones culturales
en Murcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario