Continuando con el curso “PERSPECTIVAS Y
MÉTODOS EN HISTORIA INTELECTUAL”, en el
salón de Grados de la Faculta de Derecho, de Murcia, el profesor de Filosofía e
investigador del CSIC, Javier Moscoso Sarabia ha dedicado su ponencia al
resentimiento, en sus dimensiones históricas, y proyecciones morales y políticas.
Le ha presentado el
coordinador del curso, Ángel Prior, quien ha destacado su labor docente, investigadora
y bibliográfica, (con referencia, entre otros, a su libro “Historia cultural del dolor”, publicado en Taurus, 2011).
El conferenciante,
Javier Moscoso, ha comenzado con la conceptualización
de “resentimiento”:
una emoción compleja, incluso con algún perfil de confusión, que no es permanente
en la historia, porque hace su aparición en el último cuarto del siglo XVIII y
primera mitad del XIX. (En la Retórica,
de Aristóteles, por ejemplo, no hay lugar para tratar el resentimiento; no
existía en la antigüedad clásica). Es una pasión que aparece con la Modernidad y
se da en la burguesía urbana.
Con este concepto, vivencia y práctica, se suele referir al odio residual
y duradero hacia quienes se les considera causantes de desgracia o ruina, en
la percepción de que han llegado a cotas que no merecen y a las que el propio
observador/sujeto podría haber accedido, de no ser porque…
El resentimiento es una emoción altamente racionalizada, pues llega
pronto a convertirse en un sentimiento de hostilidad o aversión hacia alguien, -en
singular y plural-, conteniendo el disgusto o enfado que se exacerba en el
recuerdo de una ofensa o un de daño recibido. El resentido vive un drama hacia
adentro, fundamentándolo en conexiones de hechos y razonamientos; siente y
razona: y observa usurpadores y no logros producto del trabajo ni de la buena
fortuna.
Por eso tiene mucho que ver con la aparición de las convenciones sociales
y cuando las expectativas políticas, revolucionarias, económicas,… se ven
defraudadas. La Revolución Francesa es un período y referente muy importante
para entender el resentimiento: denuncia externa y malestar interno.
Hace también su aparición el resentimiento político: el ojo atento del
espectador obliga a todos a mirar, en una sociedad meritocrática y que está
aprendiendo a ser democrática. Y en este caldo de cultivo hace su aparición el
odio, la venganza, la traición política y la conveniencia.
Y así nos ha conducido el profesor Moscoso, estableciendo las conexiones
y contenidos de los efectos provocados por quienes son percibidos como ineptos,
como logreros y encaramados, que no dudan en tomar decisiones tremendas,
incluso terribles y espeluznantes, como es el caso de quien ordenó cortar las
amarras de la balsa construida en el naufragio de La Medusa y que condujo a la
muerte y degradación de sus ocupantes.
“La Balsa de la Medusa”, del pintor Géricault, representa un momento de las consecuencias
del naufragio de la fragata francesa Méduse.
El capitán y la
tripulación planearon que los botes intentaran arrastrar a la balsa construida apresuradamente, pero
después de sólo unos pocos kilómetros, las amarras de la balsa se soltaron por
sí solas o alguien las soltó. Unas 147
personas quedaron a la deriva. Sólo se salvaron 15 tras los 13 días que
tardaron en ser rescatadas. Quienes sobrevivieron, tuvieron que soportar el
hambre, el canibalismo y la locura.
Este hecho supuso un escándalo
internacional, en parte porque sus causas se derivaron de la ineptitud e impericia
del capitán francés que dispuso el plan. Y provocó la cólera y la rabia por las
decisiones, las ambiciones y las esperanzas fallidas. Fue un cardinal y radical
momento de referencia para investigar el por qué de muertes, actitudes y
conductas para entender la vida: estudiar lo patológico para entender la norma.
El
conferenciante, además de cimentado en su estudio fundamentalmente histórico, desde
un punto de vista reflexivo, filosófico, con relaciones morales y políticas, en
esta exposición bien articulada, con un buen apoyo en el cuadro mencionado y
sus significados, con lo que ha sabido mantener el interés de los asistentes
con amenidad, hablando de las heroicidades cotidianas y de la crudeza de la
desgracia, todo ello enmarcado en la Historia, en su entidad moral, ética y política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario