¿Puede disfrutarse el ámbito cultural de Cartagena en una sola noche? Esa fue la cuestión que intentábamos aclarar, hablando en el coche, desde que nos pusimos en dirección a Cartagena para vivir la Noche de los Museos. Y era pertinente abordar la pregunta porque, el año pasado, por la misma causa cultural, no pudimos llegar a ver ni la mitad de la amplísima oferta de interiores (museos y espacios culturales) y exteriores (música y representaciones). La respuesta a la cuestión se aventuraba: este año hay más despliegue informativo y más oferta: acudirá más gente interesada. Ante la dulce frustración que se estaba instalando en el espacio automóvil porque esta noche del amplísimo programa “Mucho Más Mayo” cartagenero nos iba a sobrepasar
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Menos mal que MªJ, excelente narradora verbal, se decide por la memoria de dos elaboradas cartas, de intensa, creativa y deliberada situación entre el destinatario y la corresponsal forjadora: nos retrata a dos personajes femeninos -una mujer distinta en cada carta- con dechado de cualidades dispuestas a propósito, apasionantemente situadas en un espacio/tiempo empedrado de amenas expresiones, de delicado humor que alza lo ordinario a la categoría de excepcional, como le dice ISL. Dicho de tal modo, que nos hace aguardar los desenlaces, dilatados con interrupciones bienhumoradas, con el misterio de si las situaciones son reales o de ficción.
Resulta ser un dual preludio de la particular vivencia en la cálida y sorprendente noche cartagenera. Por una parte, los espacios ilustrados y de libros habitados, en donde nos sentimos personas en busca de un envolvente abrazo artístico placentero, de lo visual y la palabra, que confortan los sentidos y el ánimo. Y, por otra, la tentación de pintar con palabras, describir y situarnos, quienes habitamos en la compañía y también a los encontrados, como personajes de cuento y escena, en cómplice y festiva dramática cultural, próximos en la lírica de los lugares y los momentos de arte, palabra y vino. Como si nos instaláramos en la creación de dos nuevas cartas de posibilidad cotidiana interesante y que transpiren buen humor. (Pero que aquí, sólo desarrollaré la primera, la acción en los ambientes culturales, dejando la construcción de los personajes para mejor y más inspirada ocasión. No obstante, esta reflexión será algo más extensa de lo habitual. La ocasión lo merece). ISL, MªJ y yo, junto a la escultura dedicada a la escritora Carmen Conde, observamos que en el suelo se extiende una pintura negra que recuerda, necrológicamente, que allí vivió un árbol que cobijaba vida, daba sombra y alegraba la vista y el espacio. Es una protesta en negro por lo que irremediablemente ya no está. (Pertenece a las instalaciones en el espacio urbano “Debajo de tu sombra”). Caminamos hacia la calle Mayor, en el acogimiento del siempre admirable modernismo arquitectónico. Hemos de establecer complicidad para no diluirnos entre las oleadas de gente que van en todas direcciones y sentidos. La tarde está suavemente cálida, contradiciendo el aviso frío de la mañana. Son poco más d las ocho y media y se siente el denso aire festivo, a la vez que agitado, por si se podrá visitar y contemplar lo que resulta más atractivo o recomendable. Nos detenemos sólo un momento en la Librería Escarabajal, que ya entrada la noche será escenario literario, para saludar a la inefable Ana y a los escritores que nos hablarán de sus libros. Como hay muchas personas consultando y adquiriendo libros, no es fácil entablar conversación más allá de los saludos; por lo que, con agregada compañía (que denomino “Seis de Enero”), de una abulense emprendedora y con instalada ilusión por el futuro personal y laboral que quiere experimentar lo que Cartagena ofrece, ya somos cuatro. El espacio callejero, cada vez más, se llena de gente, se hace más tupido. Largas, extensas colas para visitar el Museo del Teatro Romano. Otra multitud rodea y goza con la actuación de los artistas suecos que representan “La Cenicienta”. Vamos a la feria de arte “ArtHotel”, instalada en el ático de un conocido establecimiento hotelero. Atravesamos salas repletas de obras de color, de fantasía pictórica. Salimos a las terrazas, desde donde se puede hablar con el agua y con las montañas, nos hacemos fotos, por lo de ‘inmortalizar’ el momento. Hay mucha pintura, ¿demasiada? Así aparecen las novedades que impone el nervioso mercado del arte. Dos cuadros de fondo rojo, con incrustación fotográfica y transparencias de bodegón me llaman poderosamente la atención y me agradan. Es evidente que debería admirarse toda esta obra alejados de cualquier referencia temporal. Pero eso contribuiría a anclarla. A pesar de su desmesura y su exceso formal, las obras pictóricas, de composición y collage, escultóricas se contemplan con agrado y naturalidad en este lugar. Sugiero que podríamos irnos, que hay más sitios que visitar. - ¿Por el síndrome de Stendhal? -me pregunta ISL. - No, es por la desazón de un abrazo imposible. Salimos del hotel y vamos a comer algo, para poder continuar con el itinerario literario, con copa de cava, en Librería Escarabajal. Presentación del libro “Los asesinos lentos”, de Rafael Balanzá, premio de novela Café Gijón 2009, que aquí está. Le presenta Manuel Moyano, escritor cordobés asentado en Molina de Segura y descubridor literario de Rafael. El desarrollo del acto lo centran en la amistad, el azar y la vida literaria. La prosa de Rafael (de quien hago una lectura de la página 43 de su libro) es ágil, enganchada a lo cotidiano, y atrapa enseguida al lector. Tras lo literario, un nuevo paseo por Cartagena. La gente sigue, en multitudinarios grupos en las inmediaciones del Arqua, en los Refugios, en el Muram,… A pesar de sus formas icónicas, Cartagena es, sin duda, un ejemplo de arquitectura múltiple, incluida la no visual, por eso resulta difícil de retratar, pero causa impacto en el visitante. - “No hay que pretender saber demasiado, -me dice MªJ. Lo importante es lo que sientes”. Son casi las dos de la madrugada. Es hora de tomar un asiático, que nos sirve Obdulio, en su local, donde también escribe sus novelas históricas sobre Cartagena y de las que nos dice detalles. Hay que regresar a Murcia. Pensando en cómo dar cuenta de un tiempo que vuela junto al mar. En el viaje de vuelta, pese al cansancio, sigue la amenidad del repaso de las situaciones y el diálogo comentado. La respuesta a la pregunta inicial es fácil: no se puede abarcar Cartagena en una ni en esta noche. Se trata de una ciudad en la que, aunque pudiera parecer afectado decirlo, cuatros personas no se encuentran solas y quince millares no se molestan. Por lo que habrá que volver.
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Menos mal que MªJ, excelente narradora verbal, se decide por la memoria de dos elaboradas cartas, de intensa, creativa y deliberada situación entre el destinatario y la corresponsal forjadora: nos retrata a dos personajes femeninos -una mujer distinta en cada carta- con dechado de cualidades dispuestas a propósito, apasionantemente situadas en un espacio/tiempo empedrado de amenas expresiones, de delicado humor que alza lo ordinario a la categoría de excepcional, como le dice ISL. Dicho de tal modo, que nos hace aguardar los desenlaces, dilatados con interrupciones bienhumoradas, con el misterio de si las situaciones son reales o de ficción.
Resulta ser un dual preludio de la particular vivencia en la cálida y sorprendente noche cartagenera. Por una parte, los espacios ilustrados y de libros habitados, en donde nos sentimos personas en busca de un envolvente abrazo artístico placentero, de lo visual y la palabra, que confortan los sentidos y el ánimo. Y, por otra, la tentación de pintar con palabras, describir y situarnos, quienes habitamos en la compañía y también a los encontrados, como personajes de cuento y escena, en cómplice y festiva dramática cultural, próximos en la lírica de los lugares y los momentos de arte, palabra y vino. Como si nos instaláramos en la creación de dos nuevas cartas de posibilidad cotidiana interesante y que transpiren buen humor. (Pero que aquí, sólo desarrollaré la primera, la acción en los ambientes culturales, dejando la construcción de los personajes para mejor y más inspirada ocasión. No obstante, esta reflexión será algo más extensa de lo habitual. La ocasión lo merece). ISL, MªJ y yo, junto a la escultura dedicada a la escritora Carmen Conde, observamos que en el suelo se extiende una pintura negra que recuerda, necrológicamente, que allí vivió un árbol que cobijaba vida, daba sombra y alegraba la vista y el espacio. Es una protesta en negro por lo que irremediablemente ya no está. (Pertenece a las instalaciones en el espacio urbano “Debajo de tu sombra”). Caminamos hacia la calle Mayor, en el acogimiento del siempre admirable modernismo arquitectónico. Hemos de establecer complicidad para no diluirnos entre las oleadas de gente que van en todas direcciones y sentidos. La tarde está suavemente cálida, contradiciendo el aviso frío de la mañana. Son poco más d las ocho y media y se siente el denso aire festivo, a la vez que agitado, por si se podrá visitar y contemplar lo que resulta más atractivo o recomendable. Nos detenemos sólo un momento en la Librería Escarabajal, que ya entrada la noche será escenario literario, para saludar a la inefable Ana y a los escritores que nos hablarán de sus libros. Como hay muchas personas consultando y adquiriendo libros, no es fácil entablar conversación más allá de los saludos; por lo que, con agregada compañía (que denomino “Seis de Enero”), de una abulense emprendedora y con instalada ilusión por el futuro personal y laboral que quiere experimentar lo que Cartagena ofrece, ya somos cuatro. El espacio callejero, cada vez más, se llena de gente, se hace más tupido. Largas, extensas colas para visitar el Museo del Teatro Romano. Otra multitud rodea y goza con la actuación de los artistas suecos que representan “La Cenicienta”. Vamos a la feria de arte “ArtHotel”, instalada en el ático de un conocido establecimiento hotelero. Atravesamos salas repletas de obras de color, de fantasía pictórica. Salimos a las terrazas, desde donde se puede hablar con el agua y con las montañas, nos hacemos fotos, por lo de ‘inmortalizar’ el momento. Hay mucha pintura, ¿demasiada? Así aparecen las novedades que impone el nervioso mercado del arte. Dos cuadros de fondo rojo, con incrustación fotográfica y transparencias de bodegón me llaman poderosamente la atención y me agradan. Es evidente que debería admirarse toda esta obra alejados de cualquier referencia temporal. Pero eso contribuiría a anclarla. A pesar de su desmesura y su exceso formal, las obras pictóricas, de composición y collage, escultóricas se contemplan con agrado y naturalidad en este lugar. Sugiero que podríamos irnos, que hay más sitios que visitar. - ¿Por el síndrome de Stendhal? -me pregunta ISL. - No, es por la desazón de un abrazo imposible. Salimos del hotel y vamos a comer algo, para poder continuar con el itinerario literario, con copa de cava, en Librería Escarabajal. Presentación del libro “Los asesinos lentos”, de Rafael Balanzá, premio de novela Café Gijón 2009, que aquí está. Le presenta Manuel Moyano, escritor cordobés asentado en Molina de Segura y descubridor literario de Rafael. El desarrollo del acto lo centran en la amistad, el azar y la vida literaria. La prosa de Rafael (de quien hago una lectura de la página 43 de su libro) es ágil, enganchada a lo cotidiano, y atrapa enseguida al lector. Tras lo literario, un nuevo paseo por Cartagena. La gente sigue, en multitudinarios grupos en las inmediaciones del Arqua, en los Refugios, en el Muram,… A pesar de sus formas icónicas, Cartagena es, sin duda, un ejemplo de arquitectura múltiple, incluida la no visual, por eso resulta difícil de retratar, pero causa impacto en el visitante. - “No hay que pretender saber demasiado, -me dice MªJ. Lo importante es lo que sientes”. Son casi las dos de la madrugada. Es hora de tomar un asiático, que nos sirve Obdulio, en su local, donde también escribe sus novelas históricas sobre Cartagena y de las que nos dice detalles. Hay que regresar a Murcia. Pensando en cómo dar cuenta de un tiempo que vuela junto al mar. En el viaje de vuelta, pese al cansancio, sigue la amenidad del repaso de las situaciones y el diálogo comentado. La respuesta a la pregunta inicial es fácil: no se puede abarcar Cartagena en una ni en esta noche. Se trata de una ciudad en la que, aunque pudiera parecer afectado decirlo, cuatros personas no se encuentran solas y quince millares no se molestan. Por lo que habrá que volver.
Qué interesante toda esta movida cultural. Por aquí donde vivo yo tenemos ahora en noviembre nuestra noche de los museos, donde los hoteles en Buenos Aires se llenan. Es muy bueno para la cultura así como para promover el turismo interno.
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