Que se disponga de pequeños espacios especializados, para cualquier manifestación artística que se pueda acoger en ellos, y que, por tanto, se ofrezca algo muy concreto y accesible a su entendimiento y disfrute, es una buena propuesta para acercarse al arte y a su significado.
Es como se da en los coloquios sobre libros en la trastienda de una librería o en algún lugar donde un grupo poco numeroso puede recorrer una obra concreta.
Lo difícil es que esta práctica impregne en un amplio segmento social, al que le llegue, plazca y paladee obras de arte, en cualquier manifestación de este, con una lectura, una mirada, una audición, que lleve la búsqueda compartida de una explicación y de su por y para qué.
Cuando estamos acostumbrados a que los eventos sean de asistencia masiva, contando por miles, que exista y se propicie el deleite casi individual, o en pequeños grupos, creo que estos escuetos rincones son fundamentales para aprender, despacio y entender el devenir de las obras de arte.
Dudas pueden surgir, claro, sobre la idoneidad y de si esto es lo que conviene sólo a un determinado tipo de arte. Pero es una forma monográfica, dosificada de acercar las obras de arte al público, sin espectáculo mediático, aunque falta por establecer quiénes pueden ser los mediadores entre la obra y los destinatarios espectadores, así como qué se puede hacer en una pedagogía artística y que la influencia en la opinión, ilustración y experiencia personal sea gratificante a la vez que de calidad.
Es el caso, como otros que deben de ser aprovechados, de la sala Belluga, de la Fundación Cajamurcia, para «enseñar a mirar obras de interés, piezas de grandeza artística» con que se pretende orientar en la mirada a una pieza maestra original de arte, para que, desde el contexto y fines de que surgió, se pueda interpretar ayudándose de reproducciones gráficas, textos y otros recursos.
(Se puede ver este vídeo:
http://www.laverdad.es/murcia/v/20121011/cultura/guino-huertano-gaya-murcia-20121011.html ).
Ahora está exponiendo el “Homenaje a Murcia”, una obra cargada de simbolismos, en la que el pintor Ramón Gaya reúne elementos característicos de su estilo: la luz, los objetos de la vida cotidiana y típicos de la huerta-, o el recurso y juego de la pintura dentro del propio cuadro.
Gran lienzo de Gaya, que se exhibe acompañado de bocetos, reproducciones gráficas y textos; donde se unen los recuerdos del pintor y su experiencia artística. De este cuadro se puede decir mucho, pero es mejor verlo, empezando por la postura del huertano recostado. Y el uso del color.
En la exposición se señalan las fuentes en las que Gaya bebió, como el Velázquez de 'Las hilanderas', y de otros pintores a los que admiraba, como Eduardo Rosales.
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