lunes, 22 de octubre de 2012

PEQUEÑOS ESPACIOS HACEN AÚN MÁS GRANDES A LAS OBRAS DE ARTE. En el Prado y en el "balcón" del Thyssen

    Es una excelente práctica habitual que los museos, grandes o menos, dediquen un pequeño –más o menos- espacio a una gran obra –o una breve colección-. Con la especialización, concentrando la atención así, se puede ofrecer, a diferentes sectores de público, obras de su colección, o prestadas para la ocasión, para una visión más singularizada que, en su esmerada incidencia, nos brinde novedad en la información y exposición, así como un garantizado deleite por contemplar.

 
     Ejemplos pueden ponerse muchos, (como recientemente hemos citado la Sala Belluga Cajamurcia), a lo largo de toda la geografía. Como es el caso de que, en el Museo del Prado, en el programa expositivo y en la sección espacial que se habilita, en cada caso, para la obra invitada, se mostró el “Descendimiento, de Caravaggio; también una muestra de obras religiosas de Murillo,… y tantos otros más.



      O la ''La Gioconda'' del Prado, (más limpia y guapa que la del Louvre, y que no tiene nada que envidiar a la que está en París).



     Ahora le toca habitar el espacio de obra invitada al Retrato de caballero, de Velázquez. Se trata de un soldado anónimo que aparece en Las lanzas, (La rendición de Breda).


       Hay quienes creen que se trata del propio Velázquez. La comparación con otros retratos donde aparece el pintor, desvela más diferencias que semejanzas: el tono pálido de la tez, los ojos, la nariz del personaje inclinan a considerar que es una persona distinta al pintor.



 Al otro lado de la calle, en el museo Thyssen, hay una exposición de acceso gratuito, de obras de sus propios fondos, que han titulado



ORIENTALISMOS



 Dicho en plural, para una pequeña pero escogida selección de obras, donde se pretende mostrar el interés de artistas de distintas épocas por temas orientales. 
      Hasta ahora, la visión sobre lo oriental se ha venido concretando mediante contraposiciones: la sobriedad occidental frente a la exuberancia oriental; la racionalidad de Occidente frente a la espiritualidad de Oriente.



 Si uno de los síntomas que indica el deterioro de una sociedad es la extensión y fachada de lo superficial, estas exposiciones, y las intenciones que proyectan, en las que es evidente y no se omite lo profundo, pudiera parecer que lo europeo es una muestra de sociedades estancadas en la vanidad tradicional. 
     Pero la civilización occidental, que anda centrada en las ciencias y la técnica, ha tenido y mantiene una intensa e inteligente sensibilidad hacia lo que ocurre en otras latitudes.



     Y aquí está esta muestra artística, que es muy recomendable visitar.
   “Europa entera mira hacia Oriente”, escribía Víctor Hugo.



     Las obras que componen este juego de miradas cruzadas sobre Oriente son un retrato de grupo, realizado en la India a una familia de funcionarios, un cuadro turco con escenas de la corte en Constantinopla, dos obras de Eugéne Delacroix, de estética oriental, además de dos escenas femeninas de influencia japonesa, o la representación de un harén/serrallo.



Desde luego que “El Quimono me atrajo poderosamente.

     Una vez más, aquí queda mi tendencia, sin sesgo, por los pequeños espacios que engrandecen y difunden el arte.

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