Se podría comenzar con un apunte para la reflexión sobre el hecho musical, a la vez extraño y maravilloso. Hay innumerables y razonadas teorías sobre el nacimiento y el por qué de la Música, de la que seguimos opinando que es un lenguaje sorprendente, completo y no exento de misterio encantador sobre su necesidad y consuelo ante los avatares de la vida. Y que la Música puede ser interpretada en múltiples y heterogéneas expresiones. La de hoy está impregnada de delicias acarameladas y de seducción placentera, en un juego desenfadado.
En este 1 de enero, una vez más, la Sala Dorada del Musikverein vienés ha acogido la bienvenida musical al nuevo año con el tradicional concierto que ofrece la Filarmónica de Viena.
Escribir de ello es también contribuir, al fin y al cabo, a la mayor gloria del Concierto, que no necesita precisamente de ecos muy modestos, como puede ser éste. Pero también hay que concederse este tipo de placeres.
1.- El programa.
La apertura del concierto ha supuesto comenzar en la cumbre, con la opereta Die Fledermaus, (El Murciélago, http://www.youtube.com/watch?v=4YBhKx1bkEM&feature=related), de Johann Strauss hijo. Además de la alegría musical, es una llamada optimista a la superación de las dificultades personales y sociales.
Ya se cuenta con que el Concierto de Año Nuevo ha de ser amable, agradable y desenfadado, con polcas y los valses de la familia Strauss (Johann, padre e hijo, Josef y Eduard). Así, hemos gozado con “Corazón de mujer”, “Vino, mujeres y canciones”, donde puede apreciarse las descripciones y expresiones de lo tempestuoso a la vez que alegre, de lo fogoso en el amor y en la danza. En este tono, cabe destacar tanto “En los Bosques de Krapfen”, con estilo bucólico a través de los cantos de pájaros (digámoslo: ‘instrumentación ornitológica’); y, para cerrar la primera parte, el “Perpetuum mobile” (el móvil perpetuo, como máquina hipotética que sería capaz de continuar funcionando eternamente), donde los diferentes instrumentos se han ido relevando en mantener el movimiento continuo, hasta que Geogres Prêtre ha mandado parar diciendo: “Etc., etc.,… ya es suficiente…”. Y ¿qué decir, ya en la segunda parte, de los “Bombones de Viena”, música dulce que se materializa en la mirada a los expositores de las confiterías vienesas que nos han mostrado? Lo mismo que la sensual música de la obertura de “Las alegres comadres de Windsor”, de quien fue fundador y primer director de la Filarmónica, Carl Otto Nicolai (1842–1848), y la variación sobre “Las sirenas del Rhin”, con la música que apunta a la barcarola de Offenbach, con su mecido que se alterna desde los oboes y clarinetes, pasando por los metales hasta la cuerda,(http://www.youtube.com/watch?v=KEiZ-J97O5A&feature=related).
Y, claro está, todo con estas maneras y pátinas afables y almibaradas, en las que no desmerece en esta delicada línea la inclusión de dos aderezadas piezas de ballet, trenzadas en los fastuosos salones del Museo de Historia del Arte de Viena que han mostrado las cámaras.
Concluido el programa oficial, se ha interpretado, como propinas, la polca “A la caza” para, a continuación, los acordes del vals por antonomasia, El Danubio Azul, (http://www.youtube.com/watch?v=oPDVfTyJTzE&feature=related), con las imágenes del recorrido del río. Para concluir con la animada Marcha Radetzky, en la que palmean los asistentes.
2.- El Director.
Dirigir el Concierto de Año Nuevo supone uno de los mayores reconocimientos en el mundo de la música clásica. En Viena se considera y reverencia a quien dirige la orquesta. (Así lo hemos visto en el reportaje documental en torno al Concierto).
En esta ocasión, por segunda vez, el francés Georges Prêtre vuelve a ponerse al frente, quien a sus 85 años es el de mayor edad de los directores del famoso concierto. Prêtre tiene oficio, y los años de experiencia le permiten, sin problemas, dirigir de memoria y tarareando las notas y claves, mostrándose histriónicamente, con marcada gesticulación; por lo que, además de dirigir, se lo pasa bien, por lo que sólo ha usado la batuta en contadas ocasiones en que la precisión instrumental lo requería.
3.- Documental y glamour.
La ausencia de publicidad en la retransmisión ha permitido ver la emisión completa. El interesante documental ha mostrado aspectos de cómo se hace este espectáculo, desde los ensayos musicales al proceso de diseño y confección de los elegantísimos y refinados vestuarios que el modisto italiano Valentino ha diseñado para las bailarinas, que lucían un original y llamativo diseño en las piezas coreográficas bailadas desde el Museo de Historia del Arte vienés.
El espectáculo anual se ofrece mediante una muy cuidada organización perfectamente destinada a conseguir dosis crecientes de ceremoniosa gala plena de glamour, expuestas a las miradas y oídos durante dos horas, difundiendo la sensación de un mundo feliz que emana de estos arquetipos musicales.
A la elegancia del vals ha seguido el definitivo y animado fin de fiesta de la Marcha Radetzky, (http://www.youtube.com/watch?v=YlSDiQjNtuA) durante la que Prêtre se ha desdoblado para dirigir a los músicos en sus compases y al entusiasmado público en las palmas, como memorable fiesta de Año Nuevo.
En este 1 de enero, una vez más, la Sala Dorada del Musikverein vienés ha acogido la bienvenida musical al nuevo año con el tradicional concierto que ofrece la Filarmónica de Viena.
Escribir de ello es también contribuir, al fin y al cabo, a la mayor gloria del Concierto, que no necesita precisamente de ecos muy modestos, como puede ser éste. Pero también hay que concederse este tipo de placeres.
1.- El programa.
La apertura del concierto ha supuesto comenzar en la cumbre, con la opereta Die Fledermaus, (El Murciélago, http://www.youtube.com/watch?v=4YBhKx1bkEM&feature=related), de Johann Strauss hijo. Además de la alegría musical, es una llamada optimista a la superación de las dificultades personales y sociales.
Ya se cuenta con que el Concierto de Año Nuevo ha de ser amable, agradable y desenfadado, con polcas y los valses de la familia Strauss (Johann, padre e hijo, Josef y Eduard). Así, hemos gozado con “Corazón de mujer”, “Vino, mujeres y canciones”, donde puede apreciarse las descripciones y expresiones de lo tempestuoso a la vez que alegre, de lo fogoso en el amor y en la danza. En este tono, cabe destacar tanto “En los Bosques de Krapfen”, con estilo bucólico a través de los cantos de pájaros (digámoslo: ‘instrumentación ornitológica’); y, para cerrar la primera parte, el “Perpetuum mobile” (el móvil perpetuo, como máquina hipotética que sería capaz de continuar funcionando eternamente), donde los diferentes instrumentos se han ido relevando en mantener el movimiento continuo, hasta que Geogres Prêtre ha mandado parar diciendo: “Etc., etc.,… ya es suficiente…”. Y ¿qué decir, ya en la segunda parte, de los “Bombones de Viena”, música dulce que se materializa en la mirada a los expositores de las confiterías vienesas que nos han mostrado? Lo mismo que la sensual música de la obertura de “Las alegres comadres de Windsor”, de quien fue fundador y primer director de la Filarmónica, Carl Otto Nicolai (1842–1848), y la variación sobre “Las sirenas del Rhin”, con la música que apunta a la barcarola de Offenbach, con su mecido que se alterna desde los oboes y clarinetes, pasando por los metales hasta la cuerda,(http://www.youtube.com/watch?v=KEiZ-J97O5A&feature=related).
Y, claro está, todo con estas maneras y pátinas afables y almibaradas, en las que no desmerece en esta delicada línea la inclusión de dos aderezadas piezas de ballet, trenzadas en los fastuosos salones del Museo de Historia del Arte de Viena que han mostrado las cámaras.
Concluido el programa oficial, se ha interpretado, como propinas, la polca “A la caza” para, a continuación, los acordes del vals por antonomasia, El Danubio Azul, (http://www.youtube.com/watch?v=oPDVfTyJTzE&feature=related), con las imágenes del recorrido del río. Para concluir con la animada Marcha Radetzky, en la que palmean los asistentes.
2.- El Director.
Dirigir el Concierto de Año Nuevo supone uno de los mayores reconocimientos en el mundo de la música clásica. En Viena se considera y reverencia a quien dirige la orquesta. (Así lo hemos visto en el reportaje documental en torno al Concierto).
En esta ocasión, por segunda vez, el francés Georges Prêtre vuelve a ponerse al frente, quien a sus 85 años es el de mayor edad de los directores del famoso concierto. Prêtre tiene oficio, y los años de experiencia le permiten, sin problemas, dirigir de memoria y tarareando las notas y claves, mostrándose histriónicamente, con marcada gesticulación; por lo que, además de dirigir, se lo pasa bien, por lo que sólo ha usado la batuta en contadas ocasiones en que la precisión instrumental lo requería.
3.- Documental y glamour.
La ausencia de publicidad en la retransmisión ha permitido ver la emisión completa. El interesante documental ha mostrado aspectos de cómo se hace este espectáculo, desde los ensayos musicales al proceso de diseño y confección de los elegantísimos y refinados vestuarios que el modisto italiano Valentino ha diseñado para las bailarinas, que lucían un original y llamativo diseño en las piezas coreográficas bailadas desde el Museo de Historia del Arte vienés.
El espectáculo anual se ofrece mediante una muy cuidada organización perfectamente destinada a conseguir dosis crecientes de ceremoniosa gala plena de glamour, expuestas a las miradas y oídos durante dos horas, difundiendo la sensación de un mundo feliz que emana de estos arquetipos musicales.
A la elegancia del vals ha seguido el definitivo y animado fin de fiesta de la Marcha Radetzky, (http://www.youtube.com/watch?v=YlSDiQjNtuA) durante la que Prêtre se ha desdoblado para dirigir a los músicos en sus compases y al entusiasmado público en las palmas, como memorable fiesta de Año Nuevo.
Feliz año, Juan, que se cumplan todos tus buenos deseos, que los malos se cumplirán solicos ellos, pero será mejor alejarlos mucho, y que, vamos, que te deseo lo mejor. Ese sí que es un buen deseo, amigo.
ResponderEliminarMenudo reportaje te has marcado con el concierto. Este año no lo he visto ni oído, porque estaba en el campo y me dedico a otras cosas, pero veo que no ha diferido mucho de otros años, y es que eso es lo bueno que tiene, la consolidación de lo tradicional.
Muchas gracias, F. Clares. Tanto por tu felicitación como el comentario. Ayer, día 3, también asistí, en directo, al Concierto de Año Nuevo, de la Sinfónica de Murcia. (Concierto calco del de Viena; pero, ya te digo, se pasa bien, es música amable, para descansar de otros asuntos. Es otro modo de la Pax Nativitas o Tregua de Navidad.
ResponderEliminarQue el año 2010 te sea propicio