miércoles, 3 de junio de 2009

MÚSICOS CON ALGÚN TALENTO Y MUCHAS HORAS. El CASO DEL BÚLGARO METHODY.

En otra página señalo las diferencias entre músicos callejeros con formación y otros que, sólo utilizando desgarradamente un instrumento musical, practican una forma de mendicidad-oficio.

Pero creo que hay que matizar y actuar con cierta búsqueda de equidad. Me refiero a dos músicos que poseen un buen oído aunque es algo irregular su interpretación. Todos son figuras vivas del paisaje urbano de esta ciudad.

En primer lugar, hay un hombre que canta canciones populares de algún país del este a la vez que mal se acompaña con una guitarra. Por tanto, de éste sólo señalar la calidad de su potente y no educada voz, que ofrece directamente sin medios amplificadores. Llama la atención su entrega a la canción, que derrama con evidente sentimiento y con seria expresión de su cara.

El otro es Methody, un búlgaro que toca el acordeón pero que se le nota que ha observado y mimetizado las formas y puesta en escena de los acordeonistas del Sena parisiense, con su boina ladeada y su sonrisa abierta para todos los transeúntes. Ha trabajado en alguna película, que él mismo se encarga de explicar –si se le pregunta- por qué le llamaron. Un hombre libre que suele definirse como marginal. Pero no lo es porque, para él, hacer música es una especie de ritual diario.

Observo su perfil de duende de obra shakesperiana, o de diablo amable y creo adivinar que lo protege un cierto aire bueno. Le he visto actuar en una boda a la que asistí y aseguro que, tras breves descansos para reponer fuerzas, estuvo atendiendo las peticiones de los asistentes al acto, mostrando aceptables interpretaciones de diferentes canciones conocidas y populares, a las que les sumó las suyas propias, así como diversas improvisaciones.

Se le advierte que domina el acordeón y su música característica. Se le supone estudio y, sobre todo, mucho oído musical.

Claro que también recoge contribuciones en moneda. Y el caso es se ve su estuche con mayor recogida que otros. La verdad es que mirar y escuchar a Methody en el acordeón es todo un espectáculo y se nota su presencia en donde quiera que se ponga. En tiempos de crisis uno de los grandes refugios es la música. Y si nos acompaña por la calle, se acoge con agrado. Y hablo de este otro músico, al que la música le hace más fuerte para aguantar la intemperie y la búsqueda del pan diario. Se sabe que hay que producir mucho para rentabilizar y mantener un puesto en la calle. Porque hacer música es un acto de libertad.

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