sábado, 21 de febrero de 2009

UN VIOLONCHELO MAGISTRALMENTE TAÑIDO

La Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, en su ciclo de abono, en el Auditorio Regional, ofreció el viernes 20 de febrero un concierto sobre Félix Mendelssohn y Franz J. Haydn, que además de su calidad, viene bien por lo de las celebraciones de los centenarios de ambos: de Mendelssohn de cuyo nacimiento hace 200 años, los mismos que de la muerte de Haydn.

Un buen programa se presentaba, que comenzó con la obertura “Las Hébridas”, -La gruta de Fingal-, que está inspirada en una cueva en la que rompen las olas.

La obra no narra una historia y por lo tanto no se le califica de poema sinfónico, ya que éste representa musicalmente ideas, escenas, imágenes o estados de ánimo. Más bien se trata de una descripción de un ambiente, del paisaje marino acercándose a la gruta: es una de las primeras obras musicales en intentar algo semejante. La obertura consta de dos temas principales: las notas iniciales, interpretadas por los instrumentos de cuerda, con el que Mendelssohn escribe una partitura lírica que sugiere la belleza de la cueva, inspirando sentimientos de soledad. El segundo tema representa el movimiento del mar y de las olas. Esta obra nos llena de la espesura de la niebla, del movimiento de las olas y recoge una gran tormenta.

[Dura unos diez minutos. Si se desea, se puede escuchar una versión ‘pinchando’ en la siguiente dirección:

http://www.youtube.com/watch?v=M3_Px2yXVbw y encontrar más versiones]

La interpretación de la Obertura, con sus emociones desgranadas por la Orquesta con la delicada dirección del búlgaro Pavel Baleff, inició el concierto con una elevación que se alcanzará plenamente en la gran atalaya del Concierto para violonchelo nº 1 de Franz J. Haydn.

Es una obra en la que se necesita mucha energía y concentración, además de virtuosismo interpretativo. De todo ello está dotada la violonchelista Quirine Viersen, con una expresiva y característica forma ejecutante. Los cuatro movimientos de esta obra fueron magníficamente interpretados; en todos ellos muestra la joven violonchelista que conoce muy los registros de su instrumento y obtiene de ello una descripción digna de elogio. Podemos destacar el Adagio, -escrito sólo para cuerda y violonchelo-, que lo hace significar como un preciosista lamento sostenido, elegancia lírica en la expresión.

[Una versión disponible, de otra intérprete, si se desea, se puede escuchar ‘pinchando’ en la siguiente dirección:

http://surscrd-musica.blogspot.com/2008/07/concierto-para-violoncello-no-1-f-j.html

Tras concluir la obra de Haydn, Quirine Viersen ofreció, fuera de programa, un solo de violonchelo que entusiasmó al público, con relevante esfuerzo, elocuente y apasionado de su buen hacer. Los sonidos en el cerebro y las manos sobre las cuerdas, con celeridad y precisión; así es la actuación de esta intérprete, que sabe hallar y producir, con su instrumento, sonidos de una belleza tal que transmite alta sensibilidad a lo que oímos. Quirine fue un modelo de energía, rigor y vitalidad.

Concluyó el concierto de la Sinfónica de Murcia con la Sinfonía nº 5 de Mendelssohn. Pero no sé si por la intensidad con que fue interpretada la anterior obra de Haydn, en la que también estuvo volcado el director, o porque esta obra de Mendelssohn expresa su religiosidad luterana, que necesita ser entendida previamente, se puede decir que la orquesta la interpretó con corrección pero, claro, el entusiasmo se había quedado con la genial y atractiva violonchelista Q. Viersen.

Un buen concierto representativo de la gran cultura centroeuropea.

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