EL Teatro como
conocimiento y comprensión, más allá del espectáculo.
Un año más, desde
1962, se dedica un día a poner al Teatro en la atención y en la tensión. Cada quien
en su sitio. El Teatro
como interpretación viva, en directo y en relieve, de lo que es la vida, de
todos los tiempos: lo que fue, lo que será y, sobre todo, lo que vivimos en el
presente.
Todos los días lo
son del Teatro.
Que haya uno específico, el 27 de marzo, no es sino un aguijón: como vida que
es late, escuece y agrada. Hay quien dirá que es el entusiasmo lo que me lleva
a decir esto. Y que está la otra cara de la moneda: dónde los apoyos de quienes
pueden y no se dan.
Quizá convenga ocupar
el asiento, tras abonar la entrada, como signo de verdadero apoyo al Teatro,
más de un día señalado; porque sí. Es lo cercano, lo que conocemos y lo inmediato.
Sí, tenemos como referencia que las personas del teatro representan un papel;
pero, ¡ah!, reflejan y exponen lo que es eso que ligeramente llamamos “la
sociedad”. Porque el Teatro, la obra donde confluyen tan y tan
diversos artistas, desde los actores hasta los pintores y carpinteros, los
tramoyistas, los de luz y sonido, los elementos de atrezzo… no es sino la vida
misma, y que sus resultados los vemos en directo: la palabra del autor en boca
y gesto de los actores y actrices, que crean el espectáculo con la ambientación
de la ingeniería de tantos implicados. El Teatro dice lo que somos, y también nos cuenta
la historia, y cómo permanecen las ideas y modelos; con la indicación del futuro
que va viniendo.
Las artes escénicas
son un espacio donde se da acuerdo universal. Cada persona tiene sus problemas,
pero siente la necesidad de sentarse
ante la historia que le cuenta un semejante, para entenderse a sí mismo y al
ser humano. Se trata de hacer sencillo lo complejo y, sobre todo, de que
actores y espectadores gocen con ello.
El Teatro,
como Arte
que es, no tiene por qué contar la Historia como fue, sino que se haga a través
de los personajes, que
ocupen el espacio conforme a como es la complicidad con el espectador: la pasión
de su vida. El Teatro no es mentira, pues hasta llega a ser verdad, en el buen
hacer de los actores. El Teatro entrega pensamiento, acción y emoción,
poesía y turbación. La vida propia en la interpretación del otro.
Y es esencial, indispensable e irreenunciable el Teatro para Niños: educar desde el principio.
¿Puede el Teatro
hacernos mejores? Difícil respuesta a la que no me atrevo, por lo de argumento ético.
Pero si se puede decir que abre horizontes nuevos, o, al menos, ilumina aspectos
del paisaje interior de cada cual. El Teatro no es insustancial ni inactivo: mueve
las mentes y los cuerpos y habla de las cosas que afectan al espectador, de
todas. Por eso hay que ver todas las obras teatrales que se pueda. Para
sacudirnos de la modorra social, política y económica. Es el arte como deleite,
como gozo. Y también como modo de lucha y resistencia. Vivir el Teatro
es sinónimo de libertad. Y protestar. Tomemos la voz, la palabra y la imagen para
que sea más accesible y asequible el Teatro.
Celebrar el Día Mundial del Teatro puede minimizarse y considerarlo sólo
una apariencia. Hay que considerarlo en lo que, también entre otras cosas, es una
agitación: el Teatro tiene esencia y práctica inconformistas; y su aldabonazo
tiene largo eco. Y es una llamada para que el espectador se mantenga acuda, a
la vez que se atraiga a nuevas asistencias.
En todas sus modalidades
y manifestaciones, queda mucho por
hacer, no hay lugar a sentirnos satisfechos,
¡Viva el Teatro!
------------------------
(Como sencillo
homenaje al Teatro, reproduzco aquí una escena de “El Alcalde de Zalamea”, de Pedro Calderón de la Barca, que
siempre me ha gustado este diálogo).
[Final de la
Jornada II].-
Conflicto y Controversia: Pugna entre el Poder y la Ética.
CRESPO:
Entraos allá dentro.
[Vanse ISABEL, INÉS
y JUAN].
Mil
gracias, señor, os doy
por la
merced, que me hicisteis
de
excusarme una ocasión
de
perderme.
LOPE:
¿Cómo habíais,
decid,
de perderos vos?
CRESPO:
Dando muerte a quien pensara
ni aun
el agravio menor.
LOPE:
¿Sabes,
¡vive Dios!, que es
capitán?
CRESPO:
Sí,
¡vive Dios!,
y aunque fuera él
general,
en tocando a mi
opinión
le matara.
LOPE:
A quien tocara
ni
aun al soldado menor
sólo
un pelo de la ropa,
¡por
vida del cielo!, yo
le
ahorcara.
CRESPO:
A quien se atreviera
a un átomo de mi
honor,
¡por vida también
del cielo!,
que también le
ahorcara yo.
LOPE:
¿Sabéis que estáis obligado
a
sufrir, por ser quien sois,
estas
cargas?
CRESPO:
Con mi hacienda,
pero
con mi fama no.
Al rey
la hacienda y la vida
se ha
de dar; pero el honor
es
patrimonio del alma,
y el
alma sólo es de Dios.
LOPE:
¡Juro a Cristo!, ¡que parece
que
vais teniendo razón!
¡juro a Cristo!,
porque
siempre la he
tenido yo.
LOPE:
Yo vengo cansado, y esta
pierna,
que el diablo me dio,
ha
menester descansar.
CRESPO:
Pues,
¿quién
os dice que no?
Ahí
me dio el diablo una cama,
y
servirá para vos.
LOPE:
¿Y dióla hecha el diablo?
CRESPO:
Sí.
LOPE:
Pues a deshacerla voy,
que
estoy,
¡voto
a Dios!, cansado.
CRESPO:
Pues descansad,
¡voto
a Dios!
LOPE:
(Testarudo es el villano;
también
jura como yo.)
CRESPO:
(Caprichoso es el don Lope
no
haremos migas los dos.)
-----------------------
[Leamos Teatro]
No hay comentarios:
Publicar un comentario