lunes, 30 de marzo de 2015

Las imágenes de SALZILLO en la calle. ¿Las verás o no? ¿En dónde?

¿Dónde ver la procesión de Los SALZILLOS?
Mi opción.

Estamos en lo de ver una procesión -y que, además, ésta sea emblemática-. Como en muchos otros aspectos de la vida, cada quien tiene sus deleites y voluntades, (lo de los tópicos “abanico de posibilidades” y “para gustos,…”). Y hay hasta quienes no tiene por qué gustarle, por motivos de increencia, de rechazo, o quizá por sensibilidad ineducada, o por un mínimo de apreciación de que también es una manifestación artística.
Sin relativismo, que cada cual haga lo que quiera o se inhiba.
(Oí, al paso, hace unos días, en la calle, que le preguntaban -encuesta más o menos-, a un grupo de chicos/as sobre quién era Salzillo. De los ocho, ninguno/a respondió acertadamente; una de ellas dijo que era un ingeniero que había hecho la calle, -estaban en Gran Vía y en la esquina un cartel-, y de ahí su nombre).
Cuestiones anecdóticas de este tipo –y, en cierto modo, preocupantes- todos conocemos alguna.

Pero ahora se trata de proponer –incluso sugerir- lo de ver los Salzillos en la mañana de Viernes Santo.
Hay argumentos variados.
Desde considerarlo como un tiempo, breve y anual, dedicado a la agradable belleza de las imágenes en la calle, al aire libre, hasta estimar la convivencia espontánea, o atender y fijarnos en las diferencias de observación, en la distinta disposición de los otros ante los mismos hechos.
Y, también, por qué no, sentir como propio, por haberlo interiorizado, el modelo que la reflexión, a lo largo de los años, va ajustando en el pensamiento y en el sentimiento.
Lo intentaré reflejar.

Para comenzar, para un buen aprovechamiento de la mañana de Viernes Santo, son premisas insoslayables:

1º.- Que no llueva ni amenace con hacerlo. Que tampoco haga viento; se admite una suave brisa para mitigar el calor murciano. Es decir: cielo despejado, luminoso, quietud activa.


2º.- Que se mire el tránsito de las imágenes en compañía: cada paso y cada año tiene algo que comentar, sea por alguna novedad, o que haya pendiente alguna que no habíamos manifestado o que se nos ocurre ahora. Y si no se está inspirado/a, pues se exclama lo de “¡precioso!”, que es cierto y conduce a asentimiento.

3º.- Situarse y dominar un trozo de espacio abierto y que nos podamos mover algo, sin sensación de ceñidor. Las calles estrechas se resisten a mirar y ver lo que se trata de apreciar: las significaciones hechas Arte en la plaza, en el ágora.

Y ¿Cuál es mi predilección de espacio?
Son dos mis preferencias:

La primera es en la plaza de san Agustín, para ver salir al desfile.
· Frente a la puerta de la iglesia de Jesús. De pie (esta posición, aun en su dinamismo, cansa). Con disponibilidad de moverse de un lado a otro, para ver desde diferentes ángulos, siempre en cercanía, los detalles de las imágenes según se mueven o descansan, su composición artística y su drama, sometidas a la mirada múltiple.

· Estar unos minutos antes de las 8: se abre la puerta, sale la enseña, símbolo y señal de que todo puede ir bien. La primera agrupación de bocinas, con su quejido estremecedor, y los tambores “sordos” que convocan con el toque de la burla. Momento inaugural.

· Llegada de los estantes/porteadores, y de los mayordomos. Llevan el capuz bajo el brazo y la muleta en la otra mano. En la cabeza, cada cual, lleva arrollado un vistoso y colorido pañuelo de seda, que le servirá para asegurar el capuz. Así se dan pinceladas al inicio de la mañana.

· Presencia variopinta tanto de responsables de la Cofradía y sus invitados, como autoridades civiles y militares, también artistas, académicos, cierto famoseo…, bandas de música… Y otros detalles y movimientos por los que se genera un ambiente versátil y evolutivo, que sólo aquí puede darse.

· ¿Por qué verla al salir?

-     Desde la apertura de la puerta todo son señales, movimiento y vida La salida es un manantial despacioso: “La Cena”, primera en salir, o la aparición de la "Oración del Huerto" es como un parto. Y si el sol alumbra, cobra más sentido lo de alumbramiento. Siguen otros ‘partos’, que tienen su cumbre en el Jesús y su cúspide en La Madre Dolorosa.

(No intento ni indico connotación religiosa alguna, aunque éstas, en indudable coherencia están ahí. Historia y tradición, costumbres y creencias.
   Reconocer el hecho religioso, para respetarlo, pues pertenece al ámbito privado e íntimo de cada quien; comenzando por el propio Salzillo, hombre vocacional y entregado a su trabajo con abnegación religiosa de discípulo iniciado).

-     Es la expectación por lo que nace, por lo que empieza. Al repetirse el ceremonial, en la periodicidad, podría contradecir lo que de natalidad especifico. Señalo e insisto en verlo como renacer.
Las ideas y fines que movieron al escultor están ahí, sí, siguen. Pero ya han trascendido, se han enriquecido con el paso de los años.
Mi intención de estar y disfrutar de la mañana de Viernes Santo en Murcia, también es deseo de ir más allá de lo metafórico.
Trataré de decirlo con palabras del poeta Gerardo Diego tomadas de su romance del río Duero:

“…Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua”
.

Y así, con esa disposición, venir cada año a ver salir los Salzillos.
Lo que también es un reconocimiento y armonía con el pensamiento de Heráclito, filósofo griego, para quien no existe en la realidad nada que sea siempre igual, porque lo único real es el cambio.

-     Y después de un largo itinerario personal, tanto de mirada y atención para participar en las ideas y lo artístico, como de reflexiva contemplación de la obra de Salzillo, sentir que fluye, se renueva y se agranda.
Los pasos procesionales de Salzillo, como toda la imaginería pasionaria, muestran el intervalo de la vida del hombre transitando hacia la muerte. Si lo dejamos ahí, lo humano caminaría hacia la ruina y la destrucción inevitables. Pero la persona tiene la facultad de interrumpir y comenzar algo nuevo. Un recordatorio de que los hombres, aunque deben morir, no nacieron para ello sino para comenzar, dice la filósofa Hannah Arendt.


-     La natalidad, categoría del pensamiento de los humanos, en plural, espontánea y circunstancial, raíz de la libertad. “El milagro que salva al mundo, la esfera de los asuntos humanos, de su normal y "natural" ruina es en última instancia el hecho de la natalidad” piensa H. Arendt. El hecho decisivo y definitorio del hombre es el nacimiento o la " natalidad ": entramos al mundo por el nacimiento; dejaremos el mundo con la muerte.  

-      Agradecer el don de la vida: pues hasta en la desdicha se celebra la vida, que caracteriza a la condición humana. El deseo de nacer y renacer, volver a intentarlo una vez más.


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Y la otra opción, es en plaza Belluga, en la bocacalle, entre Palacio episcopal y Ayuntamiento: posibilita la perspectiva de ver la fluencia de la procesión desde la calle y su desembocar en la plaza. Y la luz al final de la calle Arenal –puesto que los pasos vienen de zona de sombra- se derrama un vivificante estímulo a las imágenes, contraluces y colores. Es una sugestiva y peculiar visión.

·        También podemos sumar la mirada que permite y ofrece la plaza del teatro Romea.


Desde cualquier enclave, la procesión de los Salzillos no defrauda. Y el caso es verla, porque la mañana de Viernes Santo en Murcia será próximamente declarada Patrimonio inmaterial de la Humanidad.

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