¿Dónde ver la procesión de Los SALZILLOS?
Mi opción.
Estamos en lo de ver una procesión -y que, además, ésta sea emblemática-.
Como en muchos otros aspectos de la vida, cada quien tiene sus deleites y
voluntades, (lo de los tópicos “abanico de posibilidades” y “para
gustos,…”). Y hay hasta quienes no tiene por qué gustarle, por motivos de
increencia, de rechazo, o quizá por sensibilidad ineducada, o por un mínimo de apreciación
de que también es una manifestación artística.
Sin relativismo, que cada cual haga lo que quiera o se inhiba.
(Oí, al paso, hace unos días, en la calle, que le preguntaban -encuesta
más o menos-, a un grupo de chicos/as sobre quién era Salzillo. De los ocho,
ninguno/a respondió acertadamente; una de ellas dijo que era un ingeniero que
había hecho la calle, -estaban en Gran Vía y en la esquina un cartel-, y de ahí
su nombre).
Cuestiones anecdóticas de este tipo –y, en cierto modo, preocupantes- todos
conocemos alguna.
Pero ahora se trata de proponer –incluso sugerir- lo de ver los Salzillos
en la mañana de Viernes
Santo.
Hay argumentos variados.
Desde considerarlo como un tiempo, breve y anual, dedicado a la
agradable belleza de las imágenes en la calle, al aire libre, hasta estimar la convivencia
espontánea, o atender y fijarnos en las diferencias de observación, en la distinta
disposición de los otros ante los mismos hechos.
Y, también, por qué no, sentir como propio, por haberlo interiorizado,
el modelo que la reflexión, a lo largo de los años, va ajustando en el pensamiento
y en el sentimiento.
Lo intentaré reflejar.
Para comenzar, para un buen aprovechamiento de la mañana de Viernes Santo, son
premisas insoslayables:
1º.- Que no llueva ni amenace con hacerlo. Que
tampoco haga viento; se admite una suave brisa para mitigar el calor murciano.
Es decir: cielo despejado, luminoso, quietud activa.
2º.- Que se mire el tránsito de las imágenes en compañía:
cada paso y cada año tiene algo que comentar, sea por alguna novedad, o que haya
pendiente alguna que no habíamos manifestado o que se nos ocurre ahora. Y si no
se está inspirado/a, pues se exclama lo de “¡precioso!”, que es cierto y conduce
a asentimiento.
3º.- Situarse y dominar un trozo de espacio abierto
y que nos podamos mover algo, sin sensación de ceñidor. Las calles estrechas se
resisten a mirar y ver lo que se trata de apreciar: las significaciones hechas
Arte en la plaza, en el ágora.
Y ¿Cuál es mi predilección de espacio?
Son dos mis preferencias:
La primera es en la plaza de san Agustín, para ver salir al desfile.
· Frente a la puerta de la iglesia de Jesús. De pie
(esta posición, aun en su dinamismo, cansa). Con disponibilidad de moverse de
un lado a otro, para ver desde diferentes ángulos, siempre en cercanía, los detalles
de las imágenes según se mueven o descansan, su composición artística y su drama,
sometidas a la mirada múltiple.
· Estar unos minutos antes de las 8: se abre la
puerta, sale la enseña, símbolo y señal de que todo puede ir bien. La primera
agrupación de bocinas, con su quejido estremecedor, y los tambores “sordos” que
convocan con el toque de la burla. Momento inaugural.
· Llegada de los estantes/porteadores, y de los mayordomos. Llevan el capuz bajo el brazo y la muleta en la otra mano. En la cabeza, cada
cual, lleva arrollado un vistoso y colorido pañuelo de seda, que le servirá para
asegurar el capuz. Así se dan pinceladas al inicio de la mañana.
· Presencia variopinta tanto de responsables de la
Cofradía y sus invitados, como autoridades civiles y militares, también artistas,
académicos, cierto famoseo…, bandas de música… Y otros detalles y movimientos
por los que se genera un ambiente versátil y evolutivo, que sólo aquí puede
darse.
· ¿Por qué verla al salir?
-
Desde la apertura de la puerta todo son señales,
movimiento y vida La salida es un manantial despacioso: “La Cena”, primera en
salir, o la aparición de la "Oración del Huerto" es como un parto. Y si el sol alumbra, cobra más sentido lo de
alumbramiento. Siguen otros ‘partos’, que tienen su cumbre en el Jesús y su
cúspide en La Madre Dolorosa.
(No intento ni indico
connotación religiosa alguna, aunque éstas, en indudable coherencia están ahí.
Historia y tradición, costumbres y creencias.
Reconocer el hecho religioso, para
respetarlo, pues pertenece al ámbito privado e íntimo de cada quien; comenzando
por el propio Salzillo, hombre vocacional y entregado a su trabajo con
abnegación religiosa de discípulo iniciado).
-
Es la expectación por lo que nace, por lo que empieza.
Al repetirse el ceremonial, en la periodicidad, podría contradecir lo que de natalidad
especifico. Señalo e insisto en verlo como renacer.
Las ideas y
fines que movieron al escultor están ahí, sí, siguen. Pero ya han trascendido,
se han enriquecido con el paso de los años.
Mi intención de
estar y disfrutar de la mañana de Viernes Santo en Murcia, también
es deseo de ir más allá de lo metafórico.
Trataré de
decirlo con palabras del poeta Gerardo Diego tomadas de su romance del río
Duero:
“…Quién
pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua”.
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua”.
Y así, con esa
disposición, venir cada año a ver salir los Salzillos.
Lo que también es
un reconocimiento y armonía con el pensamiento de Heráclito, filósofo griego, para
quien no existe en la realidad nada que sea siempre igual, porque lo único real
es el cambio.
-
Y después de un largo itinerario personal, tanto de
mirada y atención para participar en las ideas y lo artístico, como de reflexiva
contemplación de la obra de Salzillo, sentir que fluye, se renueva y se agranda.
Los pasos
procesionales de Salzillo, como toda la imaginería pasionaria, muestran el
intervalo de la vida del hombre transitando hacia la muerte. Si lo dejamos ahí,
lo humano caminaría hacia la ruina y la destrucción inevitables. Pero la
persona tiene la facultad de interrumpir y comenzar algo nuevo. Un recordatorio de que
los hombres, aunque deben morir, no nacieron para ello sino para comenzar, dice
la filósofa Hannah Arendt.
-
La natalidad, categoría del pensamiento de los
humanos, en plural, espontánea y circunstancial, raíz de la libertad. “El milagro que salva al mundo, la esfera de los
asuntos humanos, de su normal y "natural" ruina es en última
instancia el hecho de la natalidad” piensa H.
Arendt. El hecho decisivo y definitorio del hombre es el nacimiento o la " natalidad
": entramos al mundo por el nacimiento; dejaremos el mundo con la muerte.
-
Agradecer el
don de la vida: pues hasta en la desdicha se celebra la vida, que caracteriza a
la condición humana. El deseo de nacer y renacer, volver a intentarlo una vez
más.
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Y la otra opción, es en plaza Belluga, en la bocacalle, entre Palacio
episcopal y Ayuntamiento: posibilita la perspectiva de ver la fluencia de la
procesión desde la calle y su desembocar en la plaza. Y la luz al final de la
calle Arenal –puesto que los pasos vienen de zona de sombra- se derrama un vivificante
estímulo a las imágenes, contraluces y colores. Es una sugestiva y peculiar visión.
·
También podemos sumar la mirada que permite y ofrece
la plaza del teatro Romea.
Desde cualquier enclave, la procesión de los Salzillos no defrauda. Y
el caso es verla, porque la mañana de Viernes Santo en Murcia será
próximamente declarada Patrimonio inmaterial de la Humanidad.
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